La comunidad económica en el mundo se encuentra sumida en un nivel alto de incertidumbre.La complejidad de las operaciones que interactúan a través de las fronteras entre los países ha dejado de ser tangibles y por ende genera efectos insospechados en diversos lugares y entornos.
También los cambios internos en el país como un cambio de administración con una nueva visión, establece nuevas urgencias y condicionantes a la sociedad. La generación de políticas públicas e incentivos a ciertas áreas cruciales para el crecimiento económico del país no ha sido suficiente para mantener las tasas que el país necesita para asegurar el logro de las metas que posibilitan un bienestar estable y seguro para sus habitantes.
Entre ellas la que causa más impacto global es la generación de energía eléctrica, tenemos claro que el tenue equilibrio entre los costos y la productividad se ha visto afectado de manera importante por el aumento del precio de la energía eléctrica.
En este entorno, la industria de la construcción constituye una actividad económica crucial ya que entrelaza una gran cantidad de productos y servicios creando una cadena que finalmente es una columna central en la economía del país.
Por este motivo las condiciones, tanto externas como internas, alteran de manera significativa a la construcción pues sus fuentes, el sector inmobiliario, la industria, las obras de infraestructura y otras, al decaer su ritmo, estrangulan su estabilidad y el desarrollo fluido.
Hoy día existe una gran inseguridad en las inversiones en el negocio inmobiliario debido al nuevo contexto económico; pero también a las modificaciones propuestas por el gobierno las cuales cambian de manera importante las regulaciones de acuerdo a una reforma tributaria que afecta a todos los sectores de la economía.
Este equilibrio inestable origina una desaceleración de la actividad que crece de manera no lineal, vale decir hoy sentimos que la situación no es tan grave; pero en la medida que avanza el tiempo la actividad disminuye generando falta de proyectos y desempleo que deprimen el campo de la ingeniería y de otras profesiones.
También la sensible disminución del avance de los proyectos de la industria, en especial de la industria del cobre, produce a su vez una fuerte disminución de ejecución de obras de construcción industrial en plantas, edificaciones de servicios e infraestructura para su operación.
Es evidente que en este hecho también confluyen varios fenómenos de distinta índole como la llamada desindustrialización; el impacto de economías de gran tamaño como las asiáticas, menos reguladas y fuertemente subsidiadas, las cuales naturalmente impactan la actividad interna del sector.
De los resultados de las condiciones enunciadas, el más inquietante es el aumento de la cesantía en el sector, la cual ha crecido de manera sostenida durante este año, de acuerdo a los índices entregados por la CChC.
Hoy día reviste una importancia central la capacidad que tengan los agentes generadores de inversión para activar los mercados. Es importante desestimar las inseguridades naturales que originan tanto las turbulencias de la economía global, como las condicionantes que aportan las políticas y expectativas internas.
Una planificación adecuada y, sobretodo expedita, de la ejecución de obras públicas, una política de incentivos a la inversión en construcción, un ambiente general tranquilo y bien equilibrado entre las proposiciones de bien social y la necesidad de crecimiento y desarrollo económico, redundarán de manera natural y cierta en la recuperación de la actividad pujante que durante años ha caracterizado al sector de la construcción en nuestro país.