Mi abuelo fue el número quince de dieciséis hermanos, nació en Quebrada De Herrera, al interior de la comuna de Putaendo, años después conocería a mi abuela en Santiago y pronto nacería una familia.En 1964 mis abuelos votaron por Eduardo Frei Montalva y cuatro años después sus vidas cambiarían para siempre.
En el marco del proceso transformador de la Reforma Agraria mi abuelo fue beneficiario y se sumó al Asentamiento Santiago Bueras en la localidad de Alto Jahuel, comuna de Buin, al que mi abuela lo acompañaría por el resto de su vida, y donde naceríamos todos sus hijos, nietos y bisnietos.
Este mes recordamos los 50 años de la Revolución en Libertad, iniciada con una elección inédita, pues Frei Montalva obtuvo la votación más alta alcanzada por un candidato presidencial hasta ese momento, sólo superada por su hijo 30 años después, la que marcaría un proceso de cambios radicales para el país en un marco de respeto a la democracia y los derechos humanos, en un mundo en que 2/3 de la población era regida por gobiernos de inspiración marxista.
El Gobierno de Frei es destacable principalmente porque la realización de su programa y las transformaciones prometidas marcaron para siempre el futuro del país, y lograron trascender, como nunca antes, en la vida de un pueblo y un partido. Lo hicieron porque en su propuesta no había solo un anhelo de resolver dificultades o carencias concretas, como un tecnócrata que calcula y resuelve, sino porque tenía el propósito de provocar un cambio cultural mayor.
Es así como una de las principales vigas maestras de la Revolución en Libertad, la Reforma Agraria, no se planteó nunca, exclusivamente, como una solución a la escasa producción agrícola que estaba obligando al país a importar alimentos, ni tampoco a las condiciones materiales en que se encontraban los campesinos y que, de hecho, servía de excusa para algunos latifundistas que argumentaban contra ella señalando que a sus inquilinos les construían casas, escuelas y caminos.
La misión profunda del proceso era la dignificación del campesino y el reconocimiento de su derecho a construir libremente su destino y el de sus familias, sin tutelaje de ninguna especie.En efecto, si antes el sueño de un niño en el campo era ser el capataz del fundo o conseguir un pedazo de la tierra para el consumo familiar, después de la reforma agraria podía soñar con ser un pequeño agricultor, o mejor aún, soñar con una educación de acceso cada día más igualitario.(1)
He puesto el ejemplo de mi familia para demostrar como las buenas reformas y, en general, la buena política pueden ser trascendentales para nuestras vidas. Es así como hoy son cientos de miles los chilenos que, tras dos generaciones, hemos logrado ingresar a la educación superior, lo cual hubiese sido imposible en el contexto del latifundio. Esos miles de jóvenes somos la prueba viviente de que cuando se pone al hombre y la mujer en su dignidad como el centro de las reformas, es posible cambiar el destino de no una, sino varias generaciones.
Sin la Revolución en Libertad, no hubiera sido posible.
Hoy Chile vive un nuevo proceso de cambios, con la urgencia de realizar reformas estructurales en áreas claves para el desarrollo político y económico del país.En ellas, los jóvenes demócrata cristianos esperamos que la Presidenta Michelle Bachelet las impulse con convicción y las oriente al bien común.
Asimismo, esperamos que, sobre todas las campañas mediáticas y los miedos infundados por quienes se resisten a abandonar sus privilegios, al igual que Frei hace 50 años atrás, ponga por encima de toda otra consideración la dignidad de los chilenos y su derecho a contar con una educación de calidad para todos, para construir su propio destino y el de las próximas generaciones.
(1) Eduardo Frei Montalva también impulsó una importante reforma educacional que hizo obligatoria la enseñanza básica y consiguió el aumento más importante de matrícula en la historia del país, de un 85% a 97% en Educación Básica y de un 18% a un 50% en Educación Media.