Nadie pudo prever, ni pesadillar siquiera, que a 41 años del triunfo del Terror un nuevo (?) terror amenazaría a Chile.
El inicio del terror actual, a diferencia del de hace 41 años, nadie lo reivindica y nadie sabe cuál es su objetivo final. ¿Sólo el crimen, el asesinato de personas comunes y corrientes, inocentes como se dice?
¿Los criminales de hoy constituyen sólo un pequeño grupito de desquiciados que gozan con el dolor y la sangre ajena?
¿Son sicópatas extremos emparentados con Antares de la Luz o con los seguidores de Charles Mason en los EEUU de fines de los 60? ¿Están matando para salvarse de los infiernos?
Este no es un terror de en medio de una guerra (declarada o no) entre las grandes potencias occidentales y el extremismo musulmán, como los terrores sionistas en Palestina, los de la OTAN y EEUU en Afganistán, Irak, Libia y Siria, y los de las explosiones en el metro de Madrid, en Londres y en la Maratón de Boston, destinadas a golpear a los cochinos occidentales.
Tampoco es un terror político como los que acabaron con Carrero Blanco, el Archiduque Francisco Fernando de Austria, el zar Alejandro II de Rusia o el Arzobispo Juan Soldevilla de Zaragoza en 1923.
No es tampoco un terror como el que desencadenó Fujimori sobre Sendero y el que desencadenó Sendero en el Perú profundo e incluso en Lima.
Ni menos un terror nacionalista, como el de los chechenios en Rusia o los de algunos musulmanes en China.
Este terror, entre otras cosas, está condenado de partida a perder la guerra. Desde antes que la bomba explotara cerca del Metro y después que la bomba explotó. El terror actual será condenado y pulverizado. No podrá sostenerse ante un Estado, inexperto y frágil en sus estructuras democráticas, pero que será fuerte y demoledor, no cabe duda, en su rechazo y en su, llamémosla así, vendetta legal.
Lo que está por verse es cómo les va a los que aterrorizan con el terror.
El atentado criminal en el Metro se da justo en medio de una campaña del terror, sistémica y global, que está en marcha en contra de las reformas propuestas por el gobierno.
Se viene a sumar, en la conciencia y la subconciencia general, temerosa, a la notificación de que la economía está desacelerándose y que caeremos en recesión, de que se terminará con los colegios privados y la enseñanza libre, de que se implantará una nueva ENU, de que no habrá más inversiones en el cobre y otras fuentes vitales de recursos, mientras…mientras se siga amenazando a los poderosos. ¿Ve cómo hasta bajan las ventas en los restaurantes?
Vuelve el temor y Moreira (el pacifista) y La Segunda (“El retorno del miedo”) nos mandan el mensaje abierto o subliminal de que hay que pillar a los del Metro y hay, por cierto, que frenar todas las anunciadas reformas.
¿Cómo hablar de más impuestos a los ricos justo cuando estallan bombazos caseros criminales?
¿Cómo insistir en una reforma educacional tan profunda cuando en el país hay sensaciones globales de pánico?
¿Cómo en una reforma laboral en favor de los trabajadores?
¿Cómo pensar en reformas a las AFP y a las Isapres?
¿Cómo llamar, en estas condiciones, a una Asamblea Constituyente para proponer una Nueva Constitución?
¿Cómo hablar contra la inequidad y los vestigios fascistas cuando lo que nos preocupa hoy, y tal vez mañana, es el crimen sin sentido de quienes aparecen, precisamente, como todo lo contrario a lo que se llamó fascismo?
El terrorismo actual será derrotado. Lo que queda por verse es si el terrorismo económico, político y medial, que tiene fines claros, tendrá éxito o no.