Un partido no se gana hasta el último minuto.Así también, este año –decisivo para posicionar las reformas estructurales del gobierno- continúa con la dinámica y la intensidad inicial, sumando eso sí, los espacios necesarios para perfeccionar los relatos y mensajes, que con urgencia se requiere precisar.
Ello, porque si bien la inmensa mayoría de los chilenos y chilenas aprueba las reformas tributaria y educacional -y con especial interés el cambio a la Constitución terminando, entre otras herencias de la dictadura, con el sistema binominal- el ciudadano de a pie pide precisamente aquello: claridad en la hoja de ruta y unidad a la hora de otorgar el visto bueno respectivo en instancias como el Congreso Nacional.
Pero la verdad se ha dicho, el exceso de metáforas, el descuido por la gramática política, el peligroso entusiasmo de algunos o la escasa precisión de otros, ha generado espacios para que la oposición intente frenar los cambios estructurales que Chile requiere para avanzar en el término de la desigualdad y en la profundización de los derechos civiles y humanos que, incluso desde la ONU, han sido cuestionados. Dejemos a un lado las cocinas, las teleseries, a los chef y las declaraciones desafortunadas que luego deben ser corregidas, hablemos claro.
Este segundo tiempo, entonces, donde nos encontramos ad portas de la votación de la reforma tributaria, donde votaremos, en primer trámite, los proyectos enviados por el Gobierno para terminar con el lucro en la educación, la selección y el copago; donde votaremos y despacharemos al Senado el cambio al sistema electoral, requiere sin duda de menos protagonismos y más inteligencia emocional.
La Cámara de Diputados, como hace mucho tiempo no ocurría, es hoy el escenario donde todos estos cambios se encuentran en plena discusión. Y si bien no hay que temer a la búsqueda de los acuerdos, tampoco hay que olvidar lo que piensa y espera la mayoría. Y, aquí, forma y fondo son claves, porque no cabe duda que la forma también es contenido.
Pocas veces, al menos con esta intensidad, las comisiones habían recibido a tantas agrupaciones ciudadanas y gremiales, que legítimamente buscan que sus intereses y propuestas sean incluidos en los proyectos. Suma y sigue entonces, porque este segundo tiempo será igual o incluso más intenso, y no cabe duda que al acercarse el término del primero año de gobierno, tendremos a lo menos una reforma tributaria andando y una educacional con más proyectos ingresados y más debate en la opinión pública.
La clase política y las autoridades de gobierno tienen, por lo tanto, una enorme responsabilidad para responder a la legitimidad de las reformas, acudiendo al trabajo colectivo, a la precisión de los anuncios y a la pedagogía a la hora de sumar a la ciudadanía.
No hablemos con siglas o metáforas, al pan pan y al vino, vino. Y que este segundo tiempo brille por los aciertos y no por los desencuentros.
Así las cosas, el partido podrá ser celebrado por la inmensa mayoría de los ciudadanos que en un voto de confianza, apoyaron el programa de gobierno pensando en el bien común. Cumplamos, entonces, con este histórico mandato popular.