Junto a senadores de diversos partidos y también independientes hemos conformado la Bancada Regionalista en la Cámara Alta, con el propósito de trabajar en forma coordinada y unida para avanzar en la necesaria descentralización del país y fortalecer a nuestras zonas.
Debemos romper el centralismo y buscar que nuestro país se desarrolle armónicamente conformando a lo largo de todo su territorio diversos polos, pujantes y atractivos, que encadenen sus economías locales y que cuenten con servicios básicos, como educación y salud de calidad.
Los desafíos más urgentes para apuntar a ese objetivo son, por una parte, seguir fortaleciendo la institucionalidad a nivel regional. En este punto es urgente avanzar en el cumplimiento del compromiso contenido en el Programa de Gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet de elegir democráticamente, en forma directa, a los Intendentes Regionales.
El Intendente debe ser un líder local, con la fuerza del mandato popular para dirigir la región, llevar su voz, defender sus posiciones y requerir para ella los recursos que se necesitan. Creemos que esto no rompe la lógica del estado unitario. Nuestra democracia está madura y consolidada para compatibilizar la administración central con un poder regional fuerte.
Por otro lado, necesitamos una mayor descentralización financiera. Nuestras regiones no cuentan aún con suficientes recursos para atender sus necesidades y muchas decisiones relevantes siguen tomándose en Santiago.
El ejemplo más evidente es el Transantiago donde, aún con dificultades, se logró instalar la política de replicar en regiones la inversión que se hace en la capital para el transporte público. Sin embargo, el criterio 1 : 1 hace que entre todas las regiones sólo equiparen lo gastado en la Región Metropolitana.
Debemos avanzar para que nuestras regiones logren tener más autonomía, trasladando recursos desde el poder central y analizando, también, la posibilidad de que los puedan generar, por la vía de retener parte de lo que se genera en cada zona o creando sus propios tributos locales.
Otro tanto debe pasar con las competencias y atribuciones. No es posible seguir con el criterio de no entregar mayores recursos a las regiones por su falta de capacidad para invertirlos adecuadamente. Debemos crear esos recursos humanos y técnicos y también la institucionalidad para gestionar con eficiencia. Es un proceso, que probablemente tardará años en consolidarse, pero que debe iniciarse ahora.
Nos asiste la convicción de que la actual estructura política y administrativa del país se agotó. El centralismo de Santiago frena el desarrollo y limita las posibilidades y oportunidades de los habitantes de regiones.
Una mejor democracia y un Chile más justo e inclusivo pasa por enfrentar con energía la desigualdad territorial.