La renovación de directivas en RN y la UDI es reflejo de una nueva etapa política.Luego de la debacle electoral de 2013, es necesario recomponer equipos, pero también rediseñar la estrategia política.Se requieren nuevas caras pero también nuevas ideas y visiones políticas. En ese contexto se entiende la importancia que la nueva directiva RN le otorga al centro político.
Pero, ¿de qué exactamente estamos hablando al aludir a este centro político?
Ante todo, es necesario aclarar que dicho espacio no está compuesto por un partido, un movimiento o un puro asunto relevante. Como ha sido reconocido hace tiempo por estudiosos, el centro político es un “fenómeno multidimensional”.
En una sociedad plural, con diferentes visiones de país, valores y grupos, son necesarios consensos y no políticas excluyentes donde una mayoría pase la aplanadora.Esos acuerdos y la lógica consociativa tienen lugar precisamente en el centro político.
RN ya jugó en otros momentos un papel clave en la política chilena. Ello, porque pudo representar adecuadamente la moderación y una visión más tolerante.Así, este partido colaboró a sacar adelante las reformas laboral y tributaria en la primera administración democrática de Patricio Aylwin.Lamentablemente, experimentamos un retroceso con las reformas constitucionales a mediados de los 90’.Es probable que ese error haya hecho poco creíble la orientación centrista de la tienda en ese entonces.
Hoy, resulta necesario retomar el esfuerzo por representar al centro político. En el fondo, de lo que se trata es de reflejar tanto a aquellos electores desencantados del giro izquierdista que tomó la ex Concertación como a la cada vez más amplia y diversa clase media.
En otras palabras, se busca representar visiones, valores, ideas y opciones de política pública que confluyan en ese espacio centrista. RN no dejará de ser un partido de centro derecha. Pero ahora, la diferencia es que fortalecerá su vocación de centro y le dará mayor prominencia.
Esta visión se basa en una convicción: los chilenos somos cada vez más conscientes de nuestra diversidad, y por tanto reconocemos la importancia de contar con buenos acuerdos.
Ya no promovemos los consensos porque tenemos miedo a una regresión autoritaria.Buscamos la moderación porque creemos que ahí es donde se gestan políticas públicas basadas en la inclusión y la tolerancia.Decisiones que deben recoger sobre todo las múltiples sensibilidades y demandas de una clase media que se ha expandido gracias al progreso económico de las últimas décadas.
Lo anterior se afirma en evidencia contundente.Los datos perceptivos demuestran que una gran proporción de chilenos se identifican con “el centro” y al mismo tiempo no buscan cambios radicales ni tampoco dejar todo tal cual.
RN no confundirá sus principios. Defenderemos la libertad y la igualdad de oportunidades, a la vez que nos comprometeremos con el interés público y combatiremos los abusos a los consumidores con firmeza como lo hemos hecho en el pasado reciente.Todo ello, a pesar de las críticas que eso a veces despierta en nuestro sector.
Pero para que esa libertad y posibilidad de elegir no sea sólo “de papel” necesitamos un Estado más presente y oportuno, que asegure y garantice esos derechos. Esto último requiere dejar atrás la lógica meramente subsidiaria.
Dicho de otro modo, hoy existen las condiciones para sembrar un realineamiento mayor en el electorado y en el sistema de partidos: superar la lógica del plebiscito y la política del SI y el NO. Eso supone compromiso irrestricto con los valores democráticos, la libertad y el respeto y promoción de los Derechos Humanos.
Al mismo tiempo, obliga a situarse en el debate ideológico como una sólida alternativa de centro-derecha a la izquierda socialista. De igual modo, no caer ante los cantos de sirena de tecnócratas de izquierda que seducen a muchos empresarios con su discurso de statu quo económico.
El único camino para que el gobierno de la ex Concertación sea sólo un paréntesis que termine el 2017 es fortalecer ese perfilamiento hacia el centro político. Hoy es particularmente necesario, porque las políticas estatistas y el giro izquierdista que impulsa el gobierno de M. Bachelet están comenzando a producir un desencanto cada vez más notorio en muchos electores de clase media que antes simpatizaban con esa coalición.