Si en el futuro alguien deseara informarse sobre el carácter de la junta militar que llevó a cabo el golpe militar en Chile, bastaría mostrarle la foto en que Pinochet aparece sentado, rodeado de algunos de sus secuaces, cruzado de brazos, con anteojos negros, con rostro desafiante, y como diciéndole al observador “lo que piense usted me importa un bledo. Yo soy el que mando.”
Esta foto fue una de las primeras que exhibieron ante el mundo quienes eran estos uniformados con cara de facinerosos que iniciaban la peor tragedia que ha vivido Chile en toda su historia.
Si un especialista hubiera tenido que hacer un casting para elegir a algunos individuos que actuaran de militares malvados en una película de Sergio Leone, habría escogido exactamente a Pinochet y sus acompañantes.
La presencia de estos últimos revela perfectamente su condición de subordinados, algo así como guardaespaldas más que colaboradores. Juntos, son la personificación del dictadorcillo latinoamericano, cruel e ignorante, que no repara en ninguna consideración para eliminar a sus enemigos, rodeado de sus secuaces, despiadados como él, y dispuestos a llevar a cabo ciegamente las fechorías que este les ordene.
Al observar esta imagen con atención, puede uno descubrir además varias cosas. En primer lugar, la ignorancia supina de los militares chilenos en cuestiones de imagen pública, pues una foto como esta era la peor que se pudiera proyectar.
Cuando se piensa que esta foto dio la vuelta al mundo y estuvo en las primeras páginas de varios diarios se descubre de inmediato hasta qué punto la aventura de Pinochet comenzó mal. Si el golpe hubiera estado preparado con tanta profesionalidad como algunos defensores de Pinochet afirman, esta imagen jamás habría visto la luz pública.
Para el mundo entero quedó a la vista que lo que se venía en Chile sería una horrible tragedia.
Hacerse fotografiar con anteojos oscuros es además una demostración de mal gusto, de mala clase, de ignorancia completa de las mínimas normas de elegancia y de buena presencia que corresponden a un jefe de estado. Los anteojos oscuros de Pinochet son propios de un capo de la mafia o de un asaltante recién hecho prisionero por la policía.Puede corresponder también a un cafiche de barrio, pero jamás a un Presidente.
Por otra parte, la foto demuestra la soberbia que caracterizó siempre a Pinochet y su ignorancia sobre lo que ocurría en el mundo. Él se tomaba por al adalid del combate en contra del comunismo y pensaba que sus métodos criminales iban a ser aplaudidos por el mundo occidental.
De ahí esa mirada desafiante, que parece estar diciendo: “ nosotros vamos a arreglar esto por las buenas o por las malas”. Los norteamericanos, que lo apoyaron en un principio, rápidamente le dijeron “¡No me ayude compadre!”
Sabían que si insistían por ese lado estaban perdidos. Toda su política en contra del bloque socialista estaba basada en la crítica a lo que ocurría en esos países con la democracia y los derechos humanos. Por eso Pinochet fue aislado y repudiado por las propias fuerzas que él quería complacer. Durante todo su mandato fue un paria diplomático y nadie quiso nunca tener vínculos con él.
Por eso esta foto es un formidable documento histórico, lo dice todo sin palabras. En ella está el drama de Chile, causado por la ignorancia, la incultura, la soberbia y la crueldad.
En este momento en que se buscan las causas de nuestra tragedia aconsejo observar bien esta foto. En ella puede verse con una claridad sorprendente cómo asoma la cabeza de la serpiente recién saliendo de su huevo.