A cuarenta años del golpe, el recuerdo del oscuro período que transitamos como país parece más presente que nunca. Al interior de cada institución, cada grupo humano, familia o individuo se revisita el pasado.
¿Dónde estábamos ese día? ¿Nos tocó llorar o celebrar? ¿Debemos pedir perdón o perdonar?¿Qué hicimos o que dejamos de hacer para perder o recuperar la democracia?A la luz de esta reflexión, me parece justo recordar aquí el papel que jugaron los artistas.
Durante la Unidad Popular muchos creadores habían sido parte activa del proceso que creíamos conduciría a una sociedad más justa. Por lo mismo, el Golpe se ensañó con los artistas.
Las manos destrozadas y los 44 balazos en el cuerpo de Víctor Jara, son quizás la comprobación más dolorosa de esta afirmación. Asesinato, encarcelamiento, persecución y exilio tocaron fuertemente a la comunidad artística. El toque de queda apagó toda actividad, los espacios se cerraron y las escuelas fueron intervenidas.
Pero de a poco, a pesar de la censura, los artistas encontraron en su propio lenguaje una forma de decir lo que no era posible. Muchas de las primeras acciones de oposición a la dictadura, surgieron desde esta trinchera, con creatividad y agudeza, pero sobre todo con valor.
No hubo una disciplina artística que quedara indiferente. Basta observar los testimonios que quedan hoy para comprobarlo: fotografías, documentales, dibujos, obras de teatro, películas, canciones, coreografías, poemas, libros, videos, instalaciones, pinturas, entre tantas otras formas, reflejan mejor que cualquier documento esos duros años.
Los artistas extranjeros también corrieron riesgos para solidarizar con sus pares nacionales.Como no recordar la visita de Christopher Reeve en 1987 quien, junto a representantes de gremios artísticos de muchos países, viajó a Chile para solidarizar con los 77 actores que habían sido amenazados de muerte por partidarios de la Dictadura.
De la misma manera, la campaña del NO tuvo como principales protagonistas a los artistas.Fueron ellos quienes, delante y detrás de las cámaras, pusieron su talento y su imagen para alentar a la gente a votar sin miedo.
La comunidad artístico cultural jugó un papel importante, quizás decisivo, en la denuncia de las violaciones a los derechos humanos y en la recuperación de la democracia. Un rol pocas veces reconocidos y que nos llena de orgullo. Sirvan estas palabras de humilde homenaje al valor de todos ellos.