La inscripción de nueve candidatos a la presidencia de la República no sólo es un record sino que también un gran número. Esta ampliación de candidatos, en mi parecer, es un gran fracaso para la candidatura de Marcos Enríquez-Ominami.
Veamos. La aparición de candidatos de nicho no es nuevo en nuestra historia electoral pos dictadura. Ya el año 93 hubo cuatro candidatos que desafiaron a los dos bloques mayoritarios enarbolando la representación de intereses o sectores específicos.
Por una parte, desde la izquierda, compitieron Manfred Max Neef, Cristan Reitze y Eugenio Pizarro. Desde la derecha, el “independiente” José Piñera tomaba la posta discursiva (más bien la monserga retórica), enarbolada por Francisco Javier Errázuriz cuatro años antes, del derechismo disfrazado de centrismo y apelación a lo popular y/o ciudadano, que despotrica en contra del establishment político (lo que siempre asegura algún grado de éxito), y que en esta elección presidencial está representada por Franco Parisi.
Igual cantidad de seis candidatos se presentó en 1999, reduciéndose en el 2003 a cuatro, en que RN y la UDI fueron separados a primera vuelta, mismo número que se mantuvo el 2009 donde la derecha fue aglomerada desde un principio, mientras que de la propia Concertación surgían dos candidaturas disidentes de la oficial, con Jorge Arrate, apoyado por el PC, la IC y el MAS, y Marcos Enríquez-Ominami que se suponía apoyado por una serie de organizaciones políticas y movimientos alternativos a los partidos tradicionales (ecologistas, pobladores, estudiantes, trabajadores, indigenistas).
Sin duda la performance de ME-O fue muy buena, obteniendo más del 20% de los votos en la primera vuelta electoral y quedando a sólo 9 puntos del candidato de la Concertación.
Dicho resultado hacía presumir que el 2013 tendríamos a un ME-O más consolidado, articulando una amplia gama de sectores ciudadanos, que no se sienten representados por la Derecha ni la Concertación, y que resultaría en una fuerza electoral de gran potencia no sólo mirando a la presidencia de la República sino también al Parlamento. ¿Pero qué tenemos?
Por una parte, una derecha que se vuelve a abrir en dos candidaturas, una la oficial de Matthei y otra la “centrista” de Parisi. Además, muchos de los que están detrás de la candidatura de Ricardo Israel procurarán que esta sea funcional a los intereses electorales de la derecha.
Por la otra, la ex presidenta Bachelet, que no sólo aunó a toda la Concertación (lo que no es nada menor) sino que sumó al PC, a la IC y al MAS, conformando lo que se espera sea una nueva mayoría, y seis candidatos más, de los cuales al menos tres -Roxana Miranda, Alfredo Sfeir y Marcel Claude-, expresan el sentimiento de fuerzas que antes estaban de algún modo representadas por ME-O y que muy difícilmente se hubieran sumado en primera vuelta a la ex mandataria.
Ello me hizo acordar del título de un libro que alcanzó gran notoriedad en los ochenta y que llevado a hoy podría ser: “¿Qué te pasó ME-O?”.