Cuando leemos a algunos de nuestros compañeros de la Nueva Mayoría que intentan parar la fuerza de la historia actual, relacionada con la necesidad coherente de las reformas integrales que debemos diseñar e implementar, me siento frustrada y apenada.
No es posible que sostengan un discurso diciendo que las personas de nuestro país que ganan 250.000 pesos no son sujetos que piensen y sientan como los habitantes de otros países, aunque con más ingresos y mejor educación, en cuanto a lo importante de contar con los valores humanos de nuestra cultura que exige las transformaciones en derechos sociales y culturales para soñar con un desarrollo sustentable.
Los avances y acentos económicos que han marcado nuestro paso democrático de todas maneras han profundizado una brecha de exclusión para algunos y ha permitido tener acceso a un bienestar económico y social basado en el consumo para muchos.
Es hora de darle vuelta al sistema económico desde la cultura organizacional, desde la cultura laboral, desde la cultura de derechos, desde la cultura de las libertades valóricas, desde la cultura de la innovación para encontrarnos con las voces mayoritarias de nuestra sociedad que piden a gritos reformas económicas, pero también sociales y culturales.
Respeto a las mujeres y a los derechos sexuales y reproductivos. Respeto a los homosexuales y lesbianas. Respeto a los pueblos originarios. Respeto a las personas con niveles socioeconómicos distintos. Respeto integralmente humano
A estos temas hay que darles prioridad desde el espacio político, es imprescindible para que el Estado entregue las garantías del pluralismo y de la diversidad cultural que existe en nuestro país. Torpedearlos y no hacerse cargo es dar la espalda a la ciudadanía dejando sin sentido programático a la Nueva Mayoría.
Estamos frente al desafío de un nuevo paradigma y las personas confían en el liderazgo que representa ese cambio, Michelle Bachelet.
Unamos las voces para decir con fuerza nueva Constitución que refleje la cultura integral que sostiene a las naciones más desarrolladas, en la cual nos sintamos incluidos, respetados y queridos.