Sin duda que el principal desafío económico del país en la presente década, desde el punto de vista de la generación de ingresos para sustentar los programas sociales de los próximos gobiernos, es el de la minería.Mientras el país no desarrolle una capacidad de generación de ingresos independientes de sus recursos naturales, esta será la realidad de Chile.
Este es un tema que debería estar con fuerza en la discusión política de las candidaturas presidenciales. El modelo de desarrollo minero implementado en Chile en los últimos 20 años basado en una estrategia de carácter mixto, público y privado, ha permitido triplicar el volumen de producción de cobre , transformando al país en el principal productor de ese metal en el mundo.
La permanencia o no de este modelo en el largo plazo, la justa retribución al Estado por parte de las empresas privadas que explotan los recursos naturales en Chile, el impulso a las exploraciones mineras, la oportuna disposición a costos razonables de los insumos necesarios para la minería como lo son la energía, el agua y el capital humano, la disminución en la productividad y el aumento de costos en Codelco , son algunas de las materias que el próximo gobierno deberá enfrentar, abordar y resolver, si queremos mantener el importante flujo de ingresos provenientes de este sector.
La minería en el mundo cumple un ciclo de altos precios especialmente sustentado por el crecimiento económico de China. Este ciclo, que no será eterno, ha permitido recaudar al país en los últimos 8 años por concepto de impuestos una cifra superior a los 85.000 millones de dólares, monto que ha representado la base del aumento del presupuesto de la nación en los últimos periodos. Alguien podría imaginar al país sin la disponibilidad de estos ingresos. Como abordaría Chile una realidad económica que lo obligara a disminuir su presupuesto nacional por no contar con esos recursos, la verdad es que sería impensable para nuestra sociedad.
Es dable preguntarse entonces qué estamos haciendo y que haremos en el futuro, en materia de políticas públicas en minería para sustentar la mantención de estos flujos, frente a un escenario de incertidumbre con precios de los metales a la baja y un aumento de costos descontrolados en el sector.
¿Estamos abordando esta realidad con visión de largo plazo que permita llevar adelante la cartera de proyectos mineros de la década, la cual día a día muestra nuevas bajas?
La verdad es que necesitamos como país tener claridad respecto de esa política, ya que el no hacerlo podría resultar en un estancamiento de la competitividad del país en el ámbito minero, que resultaría de alta peligrosidad y muy difícil de revertir en caso que se transforme en una realidad.
El desafío económico de Chile de alcanzar el desarrollo el 2020 pasa sin lugar a dudas por la minería.
Debemos garantizar entonces que la explotación de los recursos naturales no renovables chilenos generen los beneficios por todos esperados.
Esta será una de las principales responsabilidad de los gobernantes de la presente década, y las propuestas de solución deberían estar en el futuro debate presidencial, ya que sin estos ingresos será muy difícil entregar los beneficios que la ciudadanía demanda en educación, salud y vivienda, como todos quisiéramos.