Primeras Primarias Presidenciales legales. Parece trabalenguas, pero no lo es. No es necesario que lo repita y es en realidad mucho más simple e importante de lo que parece: este domingo tenemos la posibilidad de ir y votar para elegir a quien nos represente en las elecciones presidenciales de noviembre.
¿Y sabe usted por qué?, porque en este escenario en que aparentemente la ciudadanía anda por un lado y la política más “formal” por otro, y tenemos fuertes cuestionamientos a nuestro sistema político, estas primarias son un aporte para abrir la toma de decisiones hacia la ciudadanía.
No nos perdamos, está claro que con esto no se solucionan los problemas estructurales de representación, pero es una buena oportunidad para que ciudadanas y ciudadanos nos expresemos de manera concreta y –ojo- vinculante. Este domingo tenemos la gran oportunidad de que nuestra voz no sólo se escuche, sino que se sume a otras y se transforme en el nombre de quien nos represente en las elecciones presidenciales de este año.
Lo anterior es quizás lo más obvio. Pero el proceso de primarias, las campañas para ser más concretos, han tenido también otros méritos tanto o más considerables. Porque han servido para empezar a poner temas sobre la mesa, para marcar desde dónde cada cual propone lo que propone. Para que las demandas y planteamientos de los movimientos sociales se aborden en el terreno de lo político.
No es cierto que a chilenos y chilenas no nos importe la política. No es cierto. Si no ¿cómo se explica la alta audiencia de los debates y de programas como Protagonistas del canal 13? Que el concepto esté relacionado a ciertos personajes o a un ejercicio cuestionable del poder, no es casual, en general a los poderosos eso les conviene. La distancia de la ciudadanía en relación a la política solo conviene a los poderosos, y es tarea de todos y todas renombrar, resignificar el término.
Pero ¿saben? Ya lo estamos haciendo. No sé si alguna vez logremos que la palabra política sea bien considerada, pero en cambio sí pienso estamos comenzando un camino que permita entender, transmitir y sumar cada vez a más a la construcción colectiva de tareas.
Que la participación no se trata de moverse sólo por lo que me afecta directamente, y que los grandes cambios tienen que ver con acciones cotidianas, sistemáticas, que requieren esfuerzos individuales.
Votar el domingo no es considerar que está todo bien. No es legitimar un sistema en crisis ni hacerse los locos con la urgencia de generar cambios estructurales.
Por el contrario, votar es no dejar de lado un camino concreto de sumarse a otros en la toma de decisiones. Es estar dispuesto no solo a opinar, sino a actuar para que esa opinión se transforme en decisión. Yo quiero más participación. Por eso, yo quiero Chile.