En una intervención televisiva don Sebastián Piñera, generalmente muy preciso y documentado ha incurrido a mi juicio en tres inconsistencias y faltas de lógica que requieren ser brevemente analizadas.
La primera, cuando afirma, para oponerse al movimiento estudiantil, que él cree en un estado docente y que las peticiones de los estudiantes estarían en contra de esa aspiración, dado que desean eliminar la educación privada.
Es posible que el señor Presidente esté mejor informado que yo, pero no he tenido la oportunidad de escuchar que los estudiantes se opongan a la educación particular pagada y que sus objeciones con el lucro tienen que ver y son muy razonables con que se ejecuten acciones comerciales en colegios subvencionados organizados como sociedades donde la subvención constituye un aporte junto con el copago de los padres.
Me parece haber escuchado que lo que se pide es que las subvenciones vayan a organizaciones sin fines de lucro y que nada impide que los negocios comerciales de educación se transformen en fundaciones o corporaciones y en esa condición puedan recibir aportes del Estado, para lo cual debe implementarse una forma de transición que no produzca un caos.
En segundo lugar señaló que le parecía equivocado el apoyo del partido comunista chileno a la señora Bachelet y para ello invocó que en todos los países que dicho partido gobernaba se había producido un fracaso económico.
Consultado por su abierta opción por el comercio con China comunista, se limitó a expresar que eso era materia de relaciones internacionales.
Dicho de otro modo se saltó olímpicamente la respuesta de que China comunista está muy lejos de constituir un fracaso económico y que la simbiosis autoritaria mercado se ha transformado ya casi en un paradigma a nivel mundial.
Luego resulta inconsistente sostener que en Chile el partido comunista no puede participar en un gobierno porque en todas partes ha fracasado y al mismo tiempo decir que uno de los principales socios comerciales de Chile es precisamente un país gobernado por el partido comunista y que resultaría imposible dividir aguas en estos minutos de China para la sustentabilidad económica de Chile.
En tercer lugar se le consultó, lo que no es habitual en los foros políticos, por la gravedad de la concentración económica en los mercados chilenos. Luego de declarar categóricamente que admitía la gravedad de la concentración en Chile señaló que los órganos competentes funcionaban para impedir los monopolios y que su gobierno había sido muy activo en esta materia.
Para terminar, sin embargo, agregó que existiría una buena concentración que sería la necesaria para competir en los mercados internacionales para lo que se requiere una masa crítica importante de capital y que ello era encomiable si era fruto de la inteligencia y tesón empresarial.
Deducimos de estas afirmaciones que la concentración económica descomunal que existe en Chile, y que no tiene parangón en otros países, sería mala y buena al mismo tiempo, pero resulta que el Presidente cree en el emprendimiento y las posibilidades de competencia con estos niveles de concentración no es posible y tampoco está probado que ello tenga incidencia directa en las inversiones fuera de Chile, ni que sea necesario controlar un mercado en Chile o formar parte de un oligopolio para invertir con éxito en el extranjero. Esa afirmación es un simple eslogan.
Estoy seguro que el señor Presidente tiene conciencia de esto que estamos planteando, pero él forma parte de un gobierno, que habiendo efectuado muchas cosas positivas, no puede resolver ciertos nudos lógicos fundamentales y por eso en una entrevista abierta, rápida e incisiva queda al descubierto su falta de consistencia y esta es la razón por la que no podría ser más que un gobierno de derecha, con buenas intenciones y logros que, sin embargo, no podrá germinar en el un cambio en las estructuras.