Mientras las portadas de los diarios consignan variadas pugnas de la política contingente, en el “Chile real” pasan muchas, pero muchas más cosas.
Con ello no quiero decir que no sean reales o relevantes las noticias que nos hablan de desencuentros partidarios, pero la verdad no es justo que aparezca como si fuese lo único que está pasando en el contexto de las primarias presidenciales.
Porque, ¿quiere que le cuente una cosa?, a propósito del trabajo que llevamos adelante en nuestro comando, vemos a diario cómo en el contexto de la campaña que estamos llevando adelante la ciudadanía se suma y expresa sus visiones, preferencias y anhelos.
Ciudadanas y ciudadanos no estamos dejando instancia sin utilizar para encontrarnos, debatir y participar. Tanto las actividades en los barrios y como las que sistemáticamente se están realizando en pueblos pequeños de sectores rurales, se llenan de colores, cariño y un respaldo arrollador hacia nuestra candidata.
Desde el día uno, quienes trabajamos en el comando de Michelle Bachelet recibimos el mandato de llevar adelante nuestras tareas específicas de una manera particular.Porque, en sus palabras, “no importa solo lo que vamos a hacer, sino cómo lo vamos a hacer”, de manera constructiva, participativa y responsable. Y ello tiene un trasfondo que va mucho más allá de elegir a una candidata que sabemos que tiene amplísima ventaja.
Tiene que ver con su convicción, que es la de muchos, de la necesidad de ser coherentes, de aportar desde la campaña misma a fortalecer nuestro sistema democrático, generando más instancias de participación de la ciudadanía en todos los temas de interés público.
Para nuestro equipo de Programas, ella tuvo una instrucción clara, el Programa de Gobierno se hace con participación de todos los actores involucrados: mundo político, mundo experto, y mundo ciudadano, no entre cuatro paredes. Y déjeme que le cuente que así ha sido y está siendo.
Desde abril venimos desarrollando los “Encuentros Programáticos Regionales”, en los que ciudadanas y ciudadanos nos reunimos a trabajar, a mirar de manera colectiva los desafíos pendientes, a ejercer la participación como el derecho que es y con la responsabilidad que ello implica.
Así, de manera conjunta construimos un espacio en el cual generar propuestas y soluciones pertinentes, que reconozcan la diversidad de realidades, que componen nuestro país.
Entre tanta portada que constata peleas de la coyuntura, estar en las diversas regiones del país trabajando en temas sustantivos y con estándares de participación que refieren al ejercicio de un derecho, me llena de orgullo y también de esperanza.
Ya son cinco encuentros los que hemos realizado: Magallanes, Valparaíso, O’Higgins, Los Ríos y Coquimbo. Varios son todavía los que quedan por delante. En cada uno de ellos, más de 200 personas se reúnen a trabajar, a fortalecer la capacidad de dialogar, de disentir, de priorizar y sobre todo, de participar de verdad en la construcción de un Chile más inclusivo y menos desigual.
A los encuentros llega gente diversa, personas mayores, jóvenes y mujeres. Trabajadores y trabajadoras, del mundo rural y urbano. Algunos militantes, otros no. Dirigentes vecinales y representantes de gremios. Mujeres con sus hijos e hijas, pero la buena noticia, también hombres que se hacen cargo y llegan con sus niños y niñas, que observan todo con atención. Estudiantes y profesionales, funcionarios públicos y más.
En síntesis, personas de diferentes realidades unidas en su calidad de ciudadanos.Dispuestas a compartir experiencias e ideas por un país más justo. Más allá de que evidentemente vamos haciendo ajustes para que la instancia sea cada vez más rica en contenidos y debate, los Encuentros Programáticos tienen un enorme valor en sí mismos, pues en ellos estamos haciendo “política de la buena”, la que no sé muy bien por qué nadie se atreve a llamar política, y que refiere al espacio común y a las tareas colectivas.
No nos perdamos, de eso se trata la nueva mayoría, no tanto de partidos más o partidos menos, si no de la ciudadanía que, siendo cada vez más consciente de sus derechos, observa con distancia las peleas cupulares, y valida con fuerza y compromiso liderazgos como el de Michelle Bachelet, que muestra coherencia, seriedad y un compromiso real con las personas que integran nuestro país.