La frase original, es de una canción de Joaquín Sabina: “…y la vida siguió, como las cosas que no tienen sentido…” Hay cosas que han terminado sólo por suceder y que uno deja de realizar, socavadas por una rutina tediosa y pérdida de significado, que termina por dejar la motivación en ruinas.
En este periodo eleccionario, avalado por las encuestas, no cabe duda que muchas personas se sienten profundamente identificadas con la letra de la canción.
Para estar motivado a realizar una acción, esta debe tener sentido, es decir, marcar una dirección hacia un futuro esperado pletórico de esperanzas, para poder alcanzarlo.
Así, la espera se transforma en esperanza. Pero para esto, debo tener confianza en que mi comportamiento, en este caso, ir a votar por una persona y su visión de futuro,sí ayudarán a producir los cambios con que se sueñan.
Además, también debo confiar en la capacidad de esta persona y el partido o coalición que representa, de que serán capaces de luchar y realizar en la práctica, lo que se comprometen a realizar.
Destruidas las confianzas y la esperanza, el sentido ondea al viento de la voluntad, como una bandera convertida en jirones después de una tormenta.
Cuando ya no hay historias que contar, ni utopías en las que soñar, no queda otra solución que reinventar el futuro a través de cambios, caminos que pueden parecer, y a veces son radicales y “revolucionarios”.
Cuando hay un cansancio infinito de observar que “siempre sucede lo mismo”, y a pesar de las promesas, continúan acentuándose los mismos problemas que hoy agobian a cientos de miles de personas, como la nueva pobreza de la emergente y ¿mayoritaria? clase media, las violentas desigualdades, los abusos e injusticias sociales, o uno lucha por cambiarlas, a veces fuera de las “normas”, o se deja llevar por el conformismo y la apatía.
Y hoy, la vía del cambio, parece que para miles de personas, ya no pasa por la desgastada representación de los viejos partidos tradicionales, ni menos por personas que parecen no tener nada que cambiar, ni nada nuevo que aportar.
La dicotomía entre la seguridad que promete no generar muchos cambios, o realizarlos muy lentamente para no producir el caos, ya no son buenos argumentos para convencer, frente a la libertad para colaborar con transformaciones siempre llenas de riesgo e incertidumbre.
La lucha de los candidatos es hoy contra el sin sentido, producido por esperanzas que terminaron por ser engañosas. Por la sensación generalizada de que somos impotentes y estamos desvalidos frente a fuerzas imposibles de vencer.Frente a la percepción generalizada, de estar frente a una muralla infranqueable, que hagamos lo que hagamos creativamente, las cosas, ya no pueden cambiar.
Paradojalmente, también son los propios jóvenes, desmotivados por ir a votar, los que parecen haber encontrado una nueva “base moral”, para encontrar en un “exceso” de un nuevo sentido, la motivación para luchar por los necesarios cambios dirigidos a hacer de Chile, un país mejor.