El desacuerdo entre los partidos de la oposición que culminó abortando las primarias establecidas para llenar los cupos parlamentarios, es sin duda, muy desilusionante.
Si hay un diagnóstico claro en cuanto a la baja popularidad de los partidos políticos es aquel que indica que ellos se han alejado de la gente, han abandonado los más mínimos canales de participación interna y han conseguido como respuesta un notorio desafecto que se traduce en la falta de interés en la vida diaria de los partidos e incluso al momento de ejercer el elemental derecho a voto para elegir autoridades.
Resulta evidente que el sistema binominal está agotado, es un obstáculo para una verdadera democracia y coopera activamente al deterioro de los partidos. Todo esto es cierto.
Pero mientras no exista la posibilidad de cambiarlo, herramientas secundarias como eran las primarias para elegir los candidatos de elección popular, no se pueden desechar porque entregan un cierto grado de legitimidad en la definición de esos postulantes y amplían la base de electores que se pueden involucrar en esta decisión, cuestión clave para ampliar la base de los partidos políticos y sus representantes populares.
No haber llegado a acuerdo es no haber percibido este aporte sustantivo a la transparencia democrática, dado el restrictivo modelo imperante y refleja la peor cara de la política, cual es el triunfo de los intereses particulares por sobre el bien común.
Pone en duda también, la capacidad de mando que pueda tener un eventual Presidente de la República que provenga de las filas opositoras, nada se saca con decir “no estuvimos a la altura” porque ese sólo reconocimiento no asegura que no se volverá cometer el mismo error.
Pone una duda además la verdadera consistencia y claridad de objetivos compartidos que debe tener una coalición que postula a gobernar el país, esta nueva mayoría no parece haber construido aún esos lazos que posibilitaron en su momento los sucesivos gobiernos concertacionistas.
Los partidos políticos en particular los de la actual oposición deben ser capaces al más breve plazo de entregar una señal potente y efectiva que despeje esa sombra que los persigue en cuanto a una eventual captura de la institucionalidad partidaria, por una clase que se repite indefinidamente y que en la práctica ha clausurado los espacios de participación interna.
Por último, es necesario señalar que la primaria para elegir el candidato a Presidente de la República de este sector, hace necesaria la discusión programática como un eje decisivo para optar al apoyo ciudadano porque hay proyecto e ideas que se quieren ejecutar y no sólo porque se quiere acceder al poder.
Esa será una prueba adicional de respecto, tolerancia y capacidad de acuerdo, necesaria para asegurar el triunfo en noviembre.