Cuando la voz de un gobierno pierde el rumbo de su quehacer, vamos de mal en peor.Cuando las órdenes de Palacio son atacar a Michelle Bachelet, en vez de hacer la gestión política administrativa y comunicacional que les corresponde, se dan señales equívocas a la ciudadanía.
Cuando se insiste majaderamente hasta el cansancio, que la Acusación Constitucional al Ministro de Educación no tiene mérito jurídico, se intenta dar vuelta el sentido político de la herramienta, cuyo fin es complementar el cumplimiento de la Constitución y las leyes, pura política y de la buena.
Ahora con el copy paste, se intenta desacreditar el fondo de la acusación, a través del eco de Lourdes, me refiero al diario El Mercurio. Los senadores tendrán la última palabra.
Este gobierno no aprendió a no mentir y a no utilizar mañosamente la vocería para acusar impunemente de hechos que no son responsabilidades personales, como el terremoto del 2010. Simplemente no es la superwoman, es Michelle Bachelet de carne y hueso.
El debate político no está en el ADN de este Gobierno, la discusión de ideas y de programa las pone Bachelet. Y algunos candidatos a las primarias también colaboran.
La idea de la voz de la vocería es comunicar los logros del Gobierno que se va, y no quedarse en la chica. Dedicada a menoscabar a Bachelet y de paso frágilizar el rol de la política, denostando al poder legislativo.
Si necesitamos hacer cambios institucionales no nos hagamos los lesos, vamos por ello.
La voz de la vocería perdió el objetivo, hacerse cargo de informar y comunicar lo que están haciendo por Chile.