La mayoría de los legisladores creemos que el ministro de Educación, Harold Beyer, no cumplió con diligencia su función de fiscalizar a las Universidades para que no lucraran; con esa señal política se ha reafirmado la idea de que el lucro y los negocios no pueden ser el motor de un sistema educativo de calidad y que nivele la cancha para modificar la actual segregación educacional.
El gobierno y la derecha nos acusan de politiquería; pero no son transparentes con el país, pues a todas luces quieren el status quo en la educación y que siga predominando el lucro.
Como oposición y, con la mayoría de la sociedad, hemos ido asumiendo que el afán de lucro es un elemento nocivo del quehacer educativo; que genera endeudamiento familiar, que ha producido una formación terciaria de baja pertinencia con el mundo laboral, que se requieren regular los aranceles para evitar que las instituciones lucren con esos diferenciales entre arancel referencial y arancel efectivo y que una Reforma Educativa de verdad debe apuntar a resolver esos problemas.
Hay otro sector de la sociedad –como el gobierno y la derecha-que quiere eludir este debate, que creen en los estímulos de mercado, que siguen insistiendo que el fin del lucro no es lo principal ni es urgente en una Reforma Educativa.
Esa es la señal política de futuro que con esta votación se instala en el país: es urgente legislar para que las instituciones educativas no lucren con fondos públicos, para que tengamos una Superintendencia de Educación Superior con dientes y capacidades reales de fiscalización para evitar el lucro directo e indirecto y no la superintendencia de papel que propuso el ministro Beyer en el Senado.
La oposición hacia el futuro trabajará para reformar la actual legislación y que no haya lucro –como lo propuso la ex Presidenta Bachelet- sin ambigüedades, representando a un país entero que exige, legítimamente, cambios profundos.
Esta mayoría que quiere reformas Educativas debe avanzar en esta legislatura y en especial en la próxima con propuestas innovadoras que aseguren una educación de calidad para todos –sin distingos- y no como ahora, en que eso depende del bolsillo de cada familia.
Con esta acusación hemos avanzado, ha sido una señal, pero el compromiso es hacia adelante, en conjunto con los ciudadanos y de cara al país.