En tiempo de la dictadura el país se dividía entre partidarios y opositores al régimen militar. Definido aquello en el ya lejano plebiscito de 1988, el país se arrojó conceptualmente a una división que lenta, pero progresivamente fue definida como que había solo chilenos conservadores o progresistas. Con tal fin los ideólogos de estas mega categorías buscaron y buscan intervenir el mundo político eliminando por esta vía las antiguas categorías de hombres de derecha, centro o de izquierda.
Es el caso, que por una parte, la elección del primer Papa, del verdadero Tercer Mundo, ha sido elegido en un colegio Cardenalicio del Primer Mundo y se ha declarado a pesar de sus electores en un hombre curiosamente conservador y progresista. El asunto parece complejo, pero es simple.
El Papa Francisco dice que es bueno conservar ciertos principios, llamados de derecho natural en lo que dice relación con la estructura de la célula base de la sociedad. Se lo tilda de conservador. Al mismo tiempo con sus obras y palabras el Papa aparece como progresista en materias socio económicas y condena con palabras sencillas, pero categóricas, todos los males que se asocian a la pobreza y a las desigualdades en general.Queda así tildado de progresista.
Podremos concordar que si el Papa puede ser conservador y progresista al mismo tiempo, también otras personas legítimamente podrán sentirse tan duales como él y no aceptar estas categorías absolutas que llevan a una tensión grave e injusta a personas que combinan inquietudes del orden moral individual o social.
La Democracia Cristiana ha hecho un ejercicio electoral interesante en esta materia, más allá de los dimes y diretes del día de la elección.Quedó en evidencia que un ejercicio no despreciable de más de veinte mil personas en este modesto país, giró en torno a algunos temas en que existen en ese partido posiciones distintas y era fácil observar cómo intentaban eludir esta presión del medio ambiente periodístico para encasillar a sus candidatos entre progresistas o conservadores.
La Democracia Cristiana demostró inteligencia para escabullir el cerco mediático y ahora como seguramente lo hará la máxima autoridad de la iglesia Católica, tendrá que ser capaz en un Chile cansado de ideologismos baratos y de motejamientos sin fundamento de ser capaz de demostrar que mantiene su vigencia, conservando lo mejor de la filosofía cristiana en política y siendo capaz de generar una nueva realidad socio económica que logre ser entendida por la población como un terreno en que la vida en nuestra sociedad permita real igualdad de oportunidades, cosa que está muy lejos de ocurrir en nuestro país a pesar de los avances que hemos visto en la reducción de la pobreza.
En resumen, es urgente claridad en afirmar lo que no debe cambiar y poner real urgencia a las cosas que ya no dan para más.
Dividir a los chilenos en categorías a priori como las comentadas, carece completamente de sentido profundo, es una forma de reducir las cosas a consigna y sólo evita que nos unamos en lo que gran mayoría está de acuerdo.