La Alianza por Chile, nuestra derecha criolla y el Gobierno conservador se preparan en sus fuertes para librar una dura batalla electoral y apuntarán con todo a tres cuestiones esenciales para ellos.
El regreso de Michelle Bachelet y las ganas de pasarle la cuenta por muchos temas; la crítica hacia la incorporación del PC, en el pacto electoral democrático y su evidente incorporación al nuevo Gobierno y blindar al gobierno y procurar una derrota digna. Es lo que vemos en estos días en los medios de prensa y en las actuaciones de personeros de Gobierno, parlamentarios de derecha y pre-candidatos presidenciales conservadores (Allamand-Golborne).
Lo que está claro es que Michelle despertará muchas pasiones políticos y encendidos debates. De partida, en la oposición –en general- se libra también una compleja discusión: ¿cuánto de cambio y cuánto de continuidad? ¿giro o no hacia reformas estructurales?, ¿gobernabilidad del sistema económico o capacidad de riesgo para instalar cambios fundamentales en las AFP, en la batalla por la defensa del medio ambiente, por una educación sin lucro?
Asociado a esto, el ex Presidente Lagos, en una muy reciente entrevista en CNN Chile respondió a la interrogante del equipo de personas (hombres, mujeres) que acompañarán a Michelle en su tarea por conquistar la Presidencia y luego ejercer un nuevo Gobierno: “Ésta será la hora de los que han estado en la segunda y tercera fila”, dijo Lagos, dando a entender claramente que no será el predominio de “los mismos de siempre”.
Y esto no es un problema de edades sino de méritos respecto de quienes, durante los años en que gobernó la Concertación, estuvieron relegados. Esta es una parte de los problemas a resolver.
Otro aspecto no menor es que la Presidenta regresa a un país que ha cambiado, con una ciudadanía que ha madurado y que tiene un genuino recelo hacia las actuales coaliciones y un cambio no menor es que el voto ahora es voluntario.
En consecuencia Michelle sabe, porque ha seguido de cerca la evolución de nuestros procesos culturales, que la campaña presidencial debe encarnar un nuevo relato político, capaz de movilizar por sí solo a millones de electores, muchísimos de ellos desencantados con los partidos políticos y que no se resignan a que todo siga más o menos igual.
También es un factor a tomar en cuenta el hecho de que Michelle regresa a Chile para ser candidata presidencial de dos partidos de la antigua Concertación: del PPD y del PS, colectividades que reúnen un poco menos del 25% de respaldo electoral, según la elección municipal de octubre pasado.
El PDC optó por el “camino propio” con un candidato presidencial propio. Y el PR levantó una alternativa distinta. Adicionalmente, circula la propuesta de un ex Ministro de la Presidenta, que ejerció un duro dominio en la Hacienda pública, con efectos no menores en las demandas sociales.
El PC tiene pendiente la decisión de levantar o no un candidato presidencial.Todo depende de complejas negociaciones electorales y programáticas. Por lo tanto, tendremos una definición en elecciones primarias el 30 de junio, y esto implicará el despliegue en el país de diversas pre campañas de carácter presidencial, siendo la de Michelle Bachelet, seguramente, la más potente.
Todo indica que ella será quien gane la primaria de junio y el escenario político, entonces, volverá a reordenarse hasta noviembre, cuando el país ya tenga claro que la derecha tendrá en Allamand o Golborne al candidato del conservadurismo y Bachelet represente a la oposición que en su mayoría estará constituida en un nuevo pacto político que habrá superado a la antigua Concertación. Caso aparte son otras propuestas presidenciales, como la de Meo que tendrán un rumbo propio.
El regreso es una apuesta compleja y desafiante. Michelle Bachelet arriesga un enorme capital político pero también implica una oportunidad histórica: volver a ser electa como Presidenta y ser, por segunda vez en la Historia de Chile, una mujer que ocuparía este cargo.
Su conciencia política, su compromiso con Chile y, probablemente, su certeza de que es necesario restablecer una cierta épica en la política nacional, permitirán, no obstante las dificultades que habrá que enfrentar, que ella ponga a disposición de un país ansioso de mayor justicia social, ese capital trabajado con tanto esfuerzo. En ese sentido, bienvenida Presidenta.