La vieja discusión de la democracia, cuánto de ella debe ser representativa y cuánto participativa, es un tema que vuelve nuevamente ahora con las nuevas tecnologías de las comunicaciones. Porque la democracia es representativa básicamente para poder hacer gobernable una sociedad.
Elegimos representantes para que ellos en nombre nuestro, en nombre de los ciudadanos, actúen por nosotros. Los elegimos para administrar el gobierno, el poder ejecutivo y los elegimos para que legislen en el parlamento.
Sin embargo, así como fue el diario el que permitió pensar en un sistema democrático, porque ahora iba a haber un instrumento en donde todos aquellos que sabían leer y escribir podrían informarse de las noticias de interés público, de los temas públicos y por tanto resolver respecto de ellos o elegir a quien podía hacerlo por nosotros,la llegada de las nuevas tecnologías permite algo que hasta ahora no había ocurrido que es la conexión inmediata entre dirigentes y dirigidos, entre líderes políticos y los ciudadanos que los eligen.
En otras palabras, antes había emisores de opinión, una ciudadanía que escuchaba, leía o miraba y luego votaba. Elegía a quien de esos emisores de opinión iban a ser la voz que los representara.Hoy en cambio, hay simultaneidad, donde todos emiten opinión y todos la reciben.
Entonces, ¿qué impacto tiene esto sobre los sistemas democráticos?
A mi juicio, va a haber una revaluación de cuanto de la democracia va a ser representativa y seguirá siéndolo porque es de la esencia de ella, y además habrá una mayor participación. Esto no se discute.
Todos participan en la elección de los representantes, pero ¿pueden los ciudadanos tomar algunas decisiones por sí mismos?
¿Pueden los ciudadanos si consideran que una legislación aprobada por el parlamento no es la adecuada pedir su revocación mediante un plebiscito?
¿Pueden los ciudadanos directamente tomar ciertas definiciones que el parlamento no ha tomado?
Estas preguntas surgen con fuerza cuando, como resultado de la reciente crisis internacional y las molestias por los bonos que pagan a los ejecutivos de las grandes empresas luego de conocidos los balances o cuando se van, (los llamados paracaídas dorados) que existen desde hace algunos años.
Algunos ciudadanos han tomado el toro por las astas y han dicho que no es posible que esa atribución esté en los propios directivos de las empresas.
Así, el fin de semana pasado (3 de marzo), Suiza y los ciudadanos suizos fueron a referéndum y aprobaron en un plebiscito limitar los salarios de los empresarios, limitación que estará ahora en manos de los accionistas y no de los directorios de las empresas.
En efecto, de acuerdo a la normativa aprobada en Suiza, la Asamblea General de Accionistas de una empresa es la que va a elegir anualmente al Presidente del Consejo de Administración o del Directorio de la empresa y sus miembros. Y junto con ello, esa Asamblea debe pronunciarse cada año sobre las remuneraciones que van a tener dichas personas, tanto respecto al Consejo de Administración, como respecto de los cargos de Dirección y del Comité Consultivo si lo hubiere.
Estas disposiciones se establecieron en un plebiscito aprobado por más del 67% de los votos, de los casi 2.5 millones de ciudadanos que participaron en la consulta. ¿Cuánto de esto llegará a nuestros lados? Alguien decía que hay que ser suizo para ello.
No lo creo así, si bien es cierto, los suizos hacen plebiscitos en cada uno de sus 22 cantones y en este plebiscito en los 22 cantones han votado los ciudadanos de Suiza por la necesidad de regular remuneraciones y el derecho que tienen los accionistas a hacerlo,hay otros plebiscitos que están por venir.
Hay una propuesta también en Suiza para que ningún ejecutivo de empresa pueda tener un salario 12 veces superior al salario más bajo que se paga en la empresa donde este ejecutivo trabaja.
No sabemos cuál va a ser el resultado de este plebiscito que está convocado para septiembre, pero lo que sí sabemos es que hay una toma de conciencia sobre un conjunto de temas en donde el ciudadano quiere expresarse directamente.
Cuando se discute tanto sobre el sistema electoral en Chile cuya reforma es de extrema urgencia para ganar credibilidad, esto que ocurre en otras latitudes tanto más desarrolladas que nosotros y con una tradición democrática tan extensa, debiera hacernos meditar. Sobre como somos capaces también de generar canales de participación de manera que nuestra democracia siga siendo gobernable, predecible, pero en donde también podamos aumentar los grados de participación para que cada ciudadano y ciudadana de Chile se sienta empoderado, se sienta con derecho a participar también en la construcción de una sociedad mejor.
Finalmente, el tema mismo que se ha aprobado en Suiza debe hacer meditar sobre cuáles deben ser las remuneraciones de los altos ejecutivos.
Hubo todo un debate en donde muchos sostenían que si esta reforma se aprobara, muchas empresas se marcharían de Suiza porque cuando entre en vigencia esta legislación, dentro de un año, aquellos que la violen arriesgan, no sólo una multa equivalente a la remuneración de 6 años, sino también hasta un máximo de 3 años de privación de libertad. Está claro que los suizos hablaron claro. Habrá que ver las consecuencias de ello.
Por ahora, para meditar el nuevo mundo que emerge en este siglo 21, donde ciudadanos más y mejor informados gracias a las nuevas tecnologías, internet, twitter, Facebook y lo que seguirá apareciendo, exigirán nuevas instituciones que les otorguen más y mejor participación en los asuntos públicos, a escala local, regional o de todo un país.