Hace tres años, un mega terremoto de 8.8 grados y un devastador tsunami provocaron más de 500 muertos, una veintena de desaparecidos, más de 500 mil viviendas dañadas y cerca de 2 millones de damnificados. Mucho se ha hablado al respecto y las críticas a las ex autoridades han sido persistentes y, en muchos casos, hasta majaderas.
Transcurridos tres años, ¿qué se ha hecho al respecto? Esta semana el Presidente de la República presentó la maqueta del nuevo edificio institucional de la Oficina Nacional de Emergencias (Onemi) y anunció su reemplazo por la Agencia Nacional de Protección Civil.
Pero no todo lo que brilla es oro y, obviamente, no basta con la primera piedra de un futuro edificio , ni con improvisaciones, y, tampoco, con giras gubernamentales que ocultan las metas no cumplidas.
Por una parte, las cifras que defiende el Gobierno en materia de reconstrucción no cuadran con nuestros catastros y chequeos, es más, existen diferencias abismantes. La gente que aún espera una solución bien lo sabe, como también se sabe en cada una de las regiones afectadas.
La Onemi, en tanto, nunca pudo modernizarse, nunca pudo ser la Onemi 2.0 que prometió este Gobierno. Nuestra bancada denunció la existencia de cerca de 600 equipos arrumbados en las bodegas de la Onemi, sin ser conectados; equipos que podrían reforzar nuestro frágil y vulnerable sistema. Ello, obviamente, no es eficiencia, muy por el contrario.
Pero suma y sigue, porque durante los tres años de este Gobierno, la Onemi ha tenido tres directores, episodios de lenta reacción, conflictos con científicos, ausencia de liderazgo y vínculos con organizaciones locales y el escándalo de los equipos sin conectar por una inexplicable ineptitud que tienen a Chile en una situación de fragilidad sísmica. Sin embargo, frente a lo anterior, el Gobierno sólo asegura que “estamos mejor que nunca”.
Lo concreto es que, entre otras falencias, hoy, para financiar las comunicaciones esenciales para que las estaciones transmitan su información al centro de procesamiento, y así también a la comunidad internacional, se debe recurrir a la caridad mundial, solicitándose ayuda económica a las redes internacionales. Inaceptable.
Por otra parte, el proyecto que presentó el Gobierno para reemplazar la Onemi por una Agencia Nacional de Protección Social, aún no se aprueba, pues contiene una serie de deficiencias que sólo mantienen la actual mirada, alejándonos de los estándares mundiales en materia de sistemas eficientes para enfrentar las emergencias.
Por ello, a la luz del tiempo transcurrido y de los escasos avances, los ciudadanos tienen ya su opinión. Aún hay mucho por hacer y, sin duda, esta será una de las tareas esenciales del próximo Gobierno, incorporando a las organizaciones locales, descentralizando y dotando de los recursos necesarios para dar un salto en modernidad y eficiencia en el manejo de las emergencias.
Las carencias de liderazgo y gestión de emergencias de las entidades del Estado responsables de administrar las emergencias son evidentes.
Este 27 F, esperamos mesura y humildad por parte del Gobierno y no autocomplacencia ni manejos comunicacionales. Las puestas en escena no pueden construirse desde la falacia, el maquillaje de las cifras y las metas no cumplidas. Especialmente, porque es una fecha donde el dolor de miles de personas asoma como un recuerdo aún vivo y presente.