La elección directa de Consejeros Regionales (CORES) sin elección directa del Intendente, fortalecerá a las provincias y las transformará en los nuevos “sujetos políticos” a escala territorial. Al ser las provincias la unidad donde se elegirán los nuevos CORES se fortalecerá su identidad política, en desmedro de una ya deteriorada “identidad” de las actuales 15 regiones.
Asimismo, la ausencia de un representante legítimamente electo que garantice el interés regional, puede revivir el germen divisionista que está latente en algunas regiones del país, como Los Lagos, Bío- Bío, Maule, entre otras.
Por ejemplo, en la actualidad se observan algunos hechos en la gestión regional que distorsionan la identidad política de las regiones, especialmente en la dinámica que se provoca en torno a la aprobación de proyectos que se aprueban por la vía del FNDR (Fondo Nacional de Desarrollo Regional).
La mayoría de los proyectos presentados a los gobiernos regionales son iniciativas de impacto comunal que se concretan, muchas veces, gracias a alianzas que involucran a consejeros regionales de una misma provincia.
Incluso, tensiones territoriales existentes entre provincias como Osorno/Llanquihue/Chiloé; Ñuble/Concepción; Loa/Antofagasta, entre otras, pueden acrecentarse porque por primera vez en nuestra historia política regional, ellas tendrán referentes y líderes democráticamente elegidos para defender sus intereses.
En definitiva, estos nuevos representantes políticos no sólo serán potenciales competidores para diputados y senadores, sino que también serán “legítimos portadores” de demandas territoriales que podrían cohesionar a provincias en oposición a sus regiones, poniendo en cuestionamiento la existencia de estas últimas.
Por ello, es necesario poner atención en dos tensiones que se podrían provocar en regiones a raíz de la elección de CORES.
La primera será la que aparecerá en algunas provincias empoderadas que ante este nuevo escenario demandarán ser regiones. No me cabe duda que en el mediano plazo el argumento de algunas provincias por ser nuevas regiones, será utilizado como motivo central de las campañas de algunos candidatos a consejeros regionales.
Ya se demostró para el caso de la creación de la región de Los Ríos, donde todos los candidatos al senado, diputados y presidenciables al momento de pensar en Valdivia comprometían la creación de una nueva región para esa zona. Finalmente la ex provincia de Valdivia, en oposición y por rechazo de la provincia de Osorno, se constituyó como región.
La segunda tensión será entre las autoridades regionales electas y las autoridades designadas.La sola elección de CORES no resuelve la falta de legitimidad política y democrática que padecen los gobiernos regionales.
Esa función no la podrá cumplir un Presidente Regional electo de entre los consejeros regionales, tal cual está planteado en el proyecto. El aspecto más complejo en este punto es cómo conciliar la representación política de las regiones con una unidad electoral inferior a ella.
Elegir de manera indirecta al “presidente regional” es algo similar a pretender legitimar un presidente de la República eligiéndolo sólo en una parte del territorio nacional. Tampoco lo podrán hacer los actuales Intendentes dado que no son portadores de la voluntad popular regional. Lo positivo de este escenario de apertura democrática a medias, es que se puede abrir la posibilidad de revisar la utilidad de las actuales regiones, ya que tal cual quedarán no se les visualiza mucha importancia estratégica.
En conclusión, la iniciativa de elección directa de COREs sin mediar una iniciativa que promueva la identidad política y cohesión regional, como por ejemplo, la elección directa del Presidente Regional manteniendo al Intendente como representante del presidente en la Región, puede generar posibilidades reales de aumentar la fragmentación territorial existente al interior de algunas regiones del país.
No es menor que los principales movimientos regionalistas de los últimos 6 años que demandaron mayor autonomía y descentralización en Chile hayan surgido desde provincias, por mencionar algunas, Valdivia, Arica, Chiloé, Loa, Magallanes, Aysén, Osorno, Maule, entre otras.
Todo este contexto previo, sumado a los posibles efectos que provocará la elección de CORES en provincias, consolida a las regiones como un invento administrativo geomilitar que no tiene más de 40 años.
Los 160 años restantes de nuestra historia “regionalista” siempre han estado asociados a dividir el territorio nacional en provincias.