28 ene 2013

Isapres: una integración perversa

El Gobierno ha insistido ya en dos ocasiones con una ley que definitivamente no resuelve el problema de fondo en materia de Isapres. Ha insistido dos veces y piensa que los millones de usuarios no serán capaces de discernir y evaluar. Se equivoca rotundamente.

En La Moneda parecen no entender que las chilenas y chilenos ya están cansados y que, así como ocurrió en educación, la próxima bomba de tiempo se encuentra en el mercado de la salud. Una palabra que no quisiéramos usar, pues mercado, evidentemente, suena a compra y a venta y con la salud de todos no se juega ni se apuesta; es un derecho consagrado en nuestra Constitución.

El primer intento del Gobierno fracasó por muerte natural, espontánea y casi sin discusión. No hubo piso para una iniciativa que no incluía aspectos básicos reclamados por la ciudadanía, que dicen relación con las preexistencias, las discriminaciones y la captura de los usuarios en planes injustos y reajustados con criterios establecidos por las isapres , obviamente, en perjuicio de la gente.

El segundo proyecto, rechazado en gran parte por la Cámara de Diputados, pasó al Senado para su segundo trámite, que se reactivará en marzo.Al votar en contra, manifestamos como bancada DC nuestras críticas, siempre dispuestos a colaborar en una instancia de diálogo, pero el Gobierno no accedió.

Votamos en contra del IPC de la salud, y de las discriminaciones que persistían en los planes complementarios. Reclamamos por la necesidad de contar con un instrumento que de garantías para establecer un real IPC y no uno favorable para los dueños de las Isapres; y, con la misma fuerza, pedimos el fin de todo tipo de discriminación en los planes complementarios que deberán contratar los usuarios, ya sea por género, edad u otra condición.

Agregamos, además, un tema clave, el de la integración vertical, pues mientras los dueños de las aseguradoras sean los mismos que los de clínicas y laboratorios, los precios y condiciones de los planes seguirán siendo a favor de los grupos económicos y no pensando en el acceso justo e igualitario a la salud de todos quienes, por ley, cotizan mensualmente en las Isapres.

Claro está que es un negocio redondo, pues las cotizaciones están establecidas por ley y mensualmente las Isapres reciben miles de millones de pesos. Como contraste, a la hora de recibir los beneficios, los comentarios de la inmensa mayoría de los usuarios son negativos y la percepción que existe es que se trata de un mal servicio y de un abuso más, entre otros tantos.

La integración vertical, entonces, ha pasado a ser una integración perversa, que no se sostiene y que vulnera lo establecido en la propia ley, pues el artículo 173 del DFLNº 1 de 2006, señala que las isapres tienen como objeto exclusivo “el financiamiento de las prestaciones y beneficios de la salud, así como las actividades que sean afines o complementarias a ese fin, las que en ningún caso podrán implicar la ejecución de dichas prestaciones y beneficios ni participar en la administración de prestadores” ; hoy vemos que, en la práctica, esto no está ocurriendo y las isapres están vinculadas a clínicas y laboratorios”.

La integración vertical es parte del negocio de las Isapres, cuyo mercado, con un total de 13 operadores, es controlado en un 96,27 % por cinco actores: Banmédica y Vida Tres, que se consideran unidos por la estrecha vinculación de sus accionistas (25,23 %); Consalud (21,73 %); Cruz Blanca (19,77 %) del grupo Said; Colmena Golden Cross (16,07 %) y Mas Vida S.A. (13,41 %).

La bancada DC presentó una indicación que pedía el término total de esta integración durante la tramitación en la Cámara. Ahora, esperamos que este problema quede definitivamente solucionado en el Senado.

Será un tema clave, pues habrá que buscar las fórmulas legales que impidan que las Isapres vulneren la ley, tal como ocurrió en el sector educación, con los desastrosos resultados que hoy todos conocemos. En esta cruzada, la de terminar con esta integración perversa, no hay tregua ni acuerdo, sólo exigir el cumplimiento de la ley, sin inventos ni parafernalias entre sociedades.

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