En los últimos años una de mis actividades académicas ha sido colaborar en proyectos de evaluación del pensamiento crítico. Por lo anterior, me ha llamado la atención el parecido que tiene el video biográfico de Laurence Golborne con algunos ítems de pruebas que intentan medir la habilidad de las personas para detectar sesgos de razonamiento.
Todos nosotros, con independencia de nuestra formación, exhibimos una tendencia a usar atajos de razonamiento (heurísticos) para resolver problemas, dado que tenemos capacidad cognitivas limitada para responder a los estímulos del entorno. Estos heurísticos a veces, son de gran utilidad, pero en ocasiones nos llevan a cometer serios errores (sesgos cognitivos). El discurso publicitario –por cierto- aprovecha esta rica veta de posibilidades para buscar adhesión a productos y marcas.
En nuestra experiencia de evaluación de habilidades de razonamiento, en Chile, las áreas más deficitarias en los jóvenes que ingresan al primer año de universidad son “la representación intuitiva de probabilidades” y el “testeo de hipótesis”.
Ahora bien, resulta curioso, por lo dicho antes, que un ítem en particular del conocido test HCTA de pensamiento crítico, estructuralmente similar a la historia de Golborne ya citada, sea el que tenga uno de los peores resultados entre los jóvenes.
La mayoría de los estudiantes (la muestra estudiada se refiere a los estudiantes ingresantes a la universidad) ocupan muy poco tiempo en responder el ítem al que me refiero (lo que nos lleva a pensar que tienen cierta seguridad en su respuesta) y no obstante, se equivocan sistemáticamente.
Cuando la voz en off del mentado video pregunta si las hazañas biográficas del candidato son posibles, uno debiera responder que sí, sin duda.El protagonista es un ejemplo. Sin embargo, debiésemos advertir, merced de un juicio crítico más depurado, que es muy poco probable que el evento se reitere en una población de miles de sujetos en circunstancias reales ¿por qué? por dos razones.
1. Porque el número de personas que debemos tener como referencia no es igual a un individuo (Laurence Golborne, al que le ha ido bastante bien en la vida y nos alegramos) sino varios cientos de miles de maipucinos. Entre estos miles, hay un porcentaje significativo que ha tenido una experiencia bastante distinta a la del candidato.
2. Porque debemos tener en cuenta la llamada “falacia conjuntiva”, es decir, aquella persuasiva combinación de detalles plausibles, que pretende hacernos creer que varios eventos vinculados son más probables que uno solo, o la ilusión más sugestiva de que una cosa lleva a la otra. La estadística nos muestra lo contrario, que un solo evento es por definición más probable que dos eventos vinculados. Es decir, que un niño que vive en un determinado lugar se haga millonario es muy poco probable y que luego el mismo niño se haga ministro es menos probable aún y así consecutivamente.
Con lo anterior uno puede explicarse por qué las arengas de políticos en las graduaciones de cuartos medios en liceos municipales, pueden ser efectivas a nivel motivacional.
Ellas buscan empatizar a través del ejemplo selectivo. Frases como “ustedes pueden lograrlo”, “yo estudié en un liceo como este”, “me transformé en un profesional de prestigio”, persuaden (cuando son exitosas) porque al siempre sobrepasado procesamiento cognitivo se le pasa por alto la muestra real a la que hay que poner atención.
La realidad es que el político le habla –pongamos por ejemplo- a 200 jóvenes que egresan de cuarto medio, de los cuales un porcentaje reducido podrá llegar a la universidad (afectados por varias y complejas razones) con independencia de las ganas que ellos pongan y los deseos que atesoren.