En ENADE se reúnen los winners, los empresarios exitosos y dueños de casi todo el PIB chileno y fue esa audiencia la que eligieron el Presidente de la República y el ministro de Hacienda para reiterar la danza de indicadores que revelarían el éxito gubernamental como el Imacec, la tasa de desempleo y ahora el incremento del PIB per cápita.
Como el Censo 2012 reveló que somos menos –en relación a la proyección de habitantes que estuvo vigente hasta mediados de año- se adecuó el PIB a esa menor cantidad de chilenos/as y se descubrió ‘un atajo o vía rápida’ hacia el crecimiento mediante este ajuste estadístico afirmando que “Chile puede llegar a un PIB per cápita de US$ 22.000 entre 2016 y 2017”.Una fórmula que sin duda no compartimos.
Mientras en la ENADE hablan de éxito y triunfalismo,tanto en Santiago como en regiones, siguen existiendo ‘desigualdades escandalosas’,que incluso denunciaron los Obispos recientemente; se mantiene la falta de acceso equitativo a bienes públicos como la educación y la salud y subsiste la deteriorada calidad de vida en las ciudades en un país donde el 92% vive en centros urbanos, entre otros problemas sociales.
La tecnocracia derechista reduce el análisis social al PIB per cápita y a la planilla Excel y no asume que la mayoría de los chilenos/as queremos vivir una sociedad distinta con menos desigualdades y que no hayan abusos como los de la Universidad del Mar o los de Agrosuper en Freirina o los de la Polar o las de las ganancias excesivas de Isapres y Bancos.
La demanda ciudadana que persiste, es la lucha por la dignidad, por una mayor y mejor participación; una legítima demanda por igualdad de oportunidades reales para progresar en el futuro y que el PIB per cápita no captura, ni la derecha logra entender.
Sin duda, ese mejor futuro lo lograremos si se hace una Reforma tributaria de verdad, donde los empresarios ricos paguen más impuestos y tengan menos exenciones tributarias y esa mayor recaudación fiscal la invertimos en una Reforma educativa pro calidad donde la mayoría pueda acceder a una educación de excelencia, que no dependa del bolsillo de cada grupo familiar como ocurre hoy.
La mayoría del país no está, ni se siente representado por quienes asisten a ENADE y quieren un futuro distinto, donde hayan nuevas políticas públicas que apunten a tener un Chile más respetuoso de las mayorías, con más inclusión social y donde se respete la dignidad básica accediendo a bienes públicos de calidad como son una educación y una salud de excelencia.
Ese es el desafío que tenemos para el futuro cercano y ello requerirá mayor unidad de quienes queremos vivir en un Chile distinto al actual.