Sorprendentes y temerarias han sido las palabras finales del ministro de Hacienda en su reciente intervención en el “santuario” de la ENADE.
Sorprendentes, porque en medio de un ambiente en que se piensa y se preconiza exactamente lo contrario, ha sostenido que la política, lejos de ser la lepra del siglo XXI, corresponde a una actividad que está ligada y compete a la esencia del quehacer de cualquier miembro de la sociedad democrática y en el caso específico del ejercicio de gobierno, la separación entre técnicos y políticos, no sólo es conceptualmente errada, sino que puede conducir a fatales consecuencias para la gestión.
Temerarias, porque ha advertido a los asistentes y a través de ellos a los chilenos, que no da lo mismo quien nos gobierne. “En el 2013 los chilenos tendrán que comparar cómo están ellos y cómo estaban el 2009 para tomar sus decisiones por quien votar para el próximo Presidente de Chile”.
Esta propuesta, el ministro Larraín la formula en una clara alusión a que, según él, el gobierno del presidente Piñera habría sido más exitoso que el de la presidenta Bachelet, con lo cual, la coalición política de la Alianza por Chile resulta ser una indiscutible mejor opción en las próximas elecciones frente a la actual oposición.
Ha sido este no disimulado sentido de lo planteado por el Ministro, lo que me ha interesado de manera especial y, sin pretender por cierto ponerme a la altura de su investidura, he querido “recoger el guante” y hacer unas breves reflexiones al respecto.
Eso sí que, dado que se trata del futuro gobierno y de los caminos por los que va transitar nuestro país, me ha parecido pertinente partir de un par de consideraciones.
La primera se refiere a mi convencimiento que Chile, habiendo ya alcanzado niveles mínimos y necesarios en su reencuentro con la democracia, enfrenta una gran disyuntiva que dice relación con opciones y decisiones concretas que tiene que tomar en relación al tipo de democracia y modelo de sociedad que queremos para las próximas generaciones.
Para decirlo en una palabra, el próximo gobierno debe mostrar una voluntad y acción política que se concrete en importantes y significativos cambios en lo económico-social e institucional.
La segunda, es que la próxima elección es una oportunidad privilegiada para que todos los chilenos puedan decir su palabra sobre algunas de esas cuestiones fundamentales a las que me refería recientemente, de modo tal que, como ya lo he escrito en columnas anteriores, noviembre del 2013 sea recordado como el gran plebiscito en que la ciudadanía se convirtió en un protagonista de su futuro.
A partir de estas consideraciones, algunas de las alternativas que surgen como esenciales, que debemos plantearnos inevitablemente y que deben estar en el centro del debate presidencial son:
Se está o no por establecer un nuevo sistema electoral proporcional y representativo.
Se está o no por regular el mercado y las finanzas.
Se está o no por tomar medidas de verdad y consistentes en el tiempo para terminar con la inequidad (entre otras, una reforma tributaria profunda).
Se está o no por legislar en serio para evitar el control por parte de unos pocos de los recursos naturales y de las materias primas del país.
Se está o no por renacionalizar algunos recursos naturales del país.
Se está o no por nuevas modificaciones a las leyes laborales que garanticen y amplíen los derechos laborales.
Se está o no por regular a la banca y a las AFP.
Se está o no por una inversión preferente, permanente y significativa en salud y educación (los ingresos “estructurales” de los excesos del precio del cobre no deben sólo trasladarse a inversiones financieras en el extranjero, sino a inversiones sociales en nuestro país).
Se está o no por profundizar la ya iniciada reforma previsional.
Se está o no por evitar el monopolio de los medios de comunicación, por garantizar la pluralidad de estos y por el derecho a la información y a la defensa efectiva frente a las arbitrariedades y abusos mediáticos.
Se está o no por nuevas y eficaces normas en pro de los adultos mayores y la infancia.
Creo que la mayoría de la actual oposición está por los SI de estas alternativas y me temo que la mayoría de la actual coalición de gobierno por los NO.
Pero mucho más importante es saber por qué alternativas y propuestas van a estar la inmensa mayoría de los chilenos.
Por eso que, ciertamente señor Ministro, no da lo mismo por quien votar, ni quien nos gobierne a partir del 2013.