La oposición en general obtuvo muy buenos resultados en la elección municipal del 28 de octubre.Esto ha traído consigo una dosis reparadora de oxígeno, especialmente para las debilitadas fuerzas electorales de los partidos de la antigua Concertación. El eje PDC-PS demostró que la ciudadanía les puso más atención y no es menor ahora que juntos, con el pacto Chile Justo, que obtuvo un honroso segundo lugar, sumados constituyen un piso fundamental para la elección parlamentaria y presidencial.
Uno de los pilares de participación y democracia para dicha elección serán las Primarias correspondientes. Hay menos dudas en su universalidad para la definición de un/a candidato/a presidencial y han surgido al menos tres tendencias respecto de lo parlamentario
1. Quienes desean primarias abiertas, ciudadanas y vinculantes en todos los distritos, para definir mejores candidatos al Parlamento.
2. Quienes estiman que en aquellos distritos en donde haya acuerdo entre Partidos respecto de “liderazgos instalados e indiscutibles” no haya elección primaria.
3. Quienes quisieran que la lista parlamentaria se resolviese mejor entre cuatro paredes…Perdón: entre las mesas directivas de los partidos.Ergo, entre los jefes políticos.
Creo que la tercera alternativa es la menos viable, en parte, por el reclamo ciudadano por la injerencia de los partidos y de sus jefes y caudillos en la mantención de un estatu quo en la tenencia y permanencia de los parlamentarios en sus cargos por ya demasiados años. No es claro que la sociedad chilena esté dispuesta a aceptar “operaciones políticas” entre cuatro paredes para favorecer nuevamente la prácticamente elección anticipada de parlamentarios por la vía de “no ponerles” al lado candidatos competitivos.
Es igualmente discutible la segunda opción: primarias en algunos distritos y “protección”, en realidad eso es, para lo que se denomina “liderazgos instalados e indiscutibles”.
Esta discusión ya la tuvimos a propósito de algunos alcaldes (que llevan muchos períodos) y que incluso amenazaron con renunciar a sus partidos si es que se les ponían candidatos competitivos en primarias municipales. ¿Qué dijimos? Algo elemental: si son alcaldes tan “instalados e indiscutibles” ¿qué hace pensar que pueden perder una modesta campaña primaria? (con todos los recursos municipales además disponibles para hacer campaña).
Dicho y hecho: los que finalmente (a regañadientes) aceptaron competir en primarias, obtuvieron sendas recompensas electorales (al final el pueblo es el que elige) y finalmente se re-eligieron casi sin esfuerzo.
Hay diputados y senadores destacados. Es verdad. Y merecen el reconocimiento, afecto y respaldo ciudadano. Son los menos. La mayoría ya cumplió su ciclo y corresponde entonces reemplazarlos.
Pero si son “liderazgos instalados e indiscutibles” entonces no debieran tener ningún temor de concursar ante el soberano. Cuentan además con años de ejercicio parlamentario; con respaldo de sus lotes partidarios y con los recursos económicos necesarios para enfrentar a sus eventuales adversarios. Entonces ¿porqué protegerlos?
Hay una razón oculta que es necesario develar. El Secretario General del PC dice, sensata e inteligentemente, que un futuro Gobierno progresista, además de programa, requiere mayoría parlamentaria.
Entonces hay que trabajar en todos los frentes, asegurar parlamentarios y no poner en riesgo su reelección, considerar un nuevo pacto de omisión para buscar doblajes y garantizar a las “nuevas fuerzas” un mayor asidero en el Parlamento y una entrada al Senado.
Es decir, estamos ante el despliegue de piezas de ajedrez, que al calor de los movimientos sociales y sus reclamos y teniendo presente el éxito electoral del 28 de octubre, abre la pasión opositora en busca de retener más que abrir, de ganar mejores porcentajes parlamentarios para negociar el nuevo Gobierno y, en suma, obligadamente condicionar los procesos democráticos al complejo escenario del pragmatismo político para que “toda la oposición gane”.
Pero ¿gana el país? ¿Ganan los movimientos sociales?
¿Será suficiente esta gimnasia política (con calculadora en mano) para convocar a esos millones de electores abstencionistas que están desencantados, precisamente, con este tipo de ingenierías políticas?
Me quedo con la alternativa de Primarias ciudadanas, a todo evento, abiertas en todos los distritos y vinculantes. Pero me doy cuenta que los resultados del 28 de octubre han traído a la oposición el mismo síndrome del enfermo en la UTI que cuando logra recuperar su conciencia, lo primero que pide (sin darse mucho cuenta todavía de su estado) es un buen patache…Veamos cómo viene la mano.