Una costumbre republicana parece haber desaparecido en el transcurso del actual Gobierno, pues la autoridad –principio esencial en el régimen presidencial- del Primer Mandatario ha sido subordinada a lo que dicen o dejan de decir los presidentes de la UDI y RN.
Aun más, la autoridad presidencial se ha visto subordinada a lo que, sin asco, ya han dicho Manuel José Ossandón, Vicepresidente de RN e Iván Moreira, Vicepresidente de la UDI: este último, sin escrúpulo alguno, estimó que los cambios de gabinete lo deciden los partidos y no el Presidente de la República.
La guinda de la torta, el Ministro Golborne no quiso privarse de un derecho que a estas alturas parece establecido: hacer campaña, en el ejercicio de su cargo, por los candidatos de la derecha en las últimas elecciones municipales. Se “auto-felicitaba” incluso, de haber visitado 33 comunas en solo 2 días.
Mala noticia para Golborne, pues entiendo que perdió en prácticamente la mitad –o más- de todas ellas. En suma, el “intervencionismo electoral” del Gobierno parece no tener límites y la autoridad del Presidente depende no solo de los partidos, sino que además de sus propios ministros.
Ya le pauteó el cambio de gabinete el Senador Novoa: esta semana es el límite. Y el sentido común indica que a los dos “presidenciables” de la derecha, se sumarán los que tienen aspiraciones parlamentarias. No solo ministros, sino también subsecretarios, intendentes y gobernadores.Es decir, la fuga desde el seno del Gabinete va a ser total. Inédito, por decir lo menos.
Ahora bien, los partidos parecen tener más astucia que un Presidente desautorizado: ellos eligen cuando y quienes salen, y le dejan al Mandatario, imagino yo, la difícil tarea de decidir quien entra.
Comprenderá el lector que ingresar al Gabinete, en el contexto de un Presidente sin autoridad y de un Gobierno minoritario derrotado electoralmente, será para quien “acepte” , casi una decisión heroica, que lo hará digno merecedor de una medalla.Si alguien está disponible a “aceptar” la invitación del Presidente a formar parte de su elenco, ello me parece, de antemano, meritorio.
Pero no todo queda ahí.El Presidente Piñera ha tenido que reunirse con los Ministros Golborne y Allamand para solicitarles que al momento de salir del Gabinete, no se distancien del Gobierno, o no lo critiquen. Se comprenderá que tal tarea, aun cuando parezca imposible, será un ejercicio necesario para cualquier candidato que pretenda ser competitivo en una primaria, y derechamente en una elección frente a Bachelet.
Es cierto. Este Gobierno fue incluso un paréntesis más corto que los cuatro años que tiene por mandato. Este Gobierno ya se acabó.
En su lápida política tiene a su haber un registro vergonzoso para la República: errores en el CENSO, manipulación de las listas AUGE –para eliminar las listas de espera por secretaría-, manipulación de la Encuesta CASEN para bajar la pobreza , ministros amonestados por la Contraloría General de la República por su intervencionismo electoral y, bueno, el top ten del descrédito, un ministerio del Interior puesto en tela de juicio por el caso “sobreprecios” y por su ineptitud en la entrega de los resultados electorales de la contienda municipal recién pasada.
El Presidente de la República ha permitido la expresión más nítida del neologismo que la literatura especializada suele llamar partitocracia (o partidocracia, si se prefiere), y es lo que hoy por hoy define mejor su mandato.
Pero, si se me permite, este es un resultado concreto de la ausencia de la autoridad presidencial. Cuando el Primer Mandatario no está disponible para gobernar, es natural que los partidos políticos lo hagan por él.
Al Sr. Larraín y al Sr. Melero solo les queda afinar los últimos detalles de su desembarco del Gobierno, sacar buenas cuentas para las parlamentarias y elegir al candidato que tenga la capacidad de ser el del Gobierno sin serlo. Difícil tarea, aunque no imposible para un sector político capaz de hacer cualquier cosa para mantenerse en el poder.