Esta semana, con ocasión del envío a tramitación parlamentaria del presupuesto 2013, escucharemos en cadena nacional al Presidente de la República quién nos hablará, tal como él mismo ha señalado, del “presupuesto más grande de la historia” -cuestión que ocurre desde los años 90’ producto del crecimiento del país- y enumerará las áreas de mayor incremento presupuestario.Sin embargo, al Gobierno se le olvida que la ciudadanía quiere dialogar sobre la calidad del gasto fiscal y cómo mejoramos su vida cotidiana.
A los chilenos no les emociona “la danza de millones” del presupuesto fiscal, quiere ver Reformas que signifiquen educación de calidad para su familia, ciudades más seguras, regiones más empoderadas, que los recursos efectivamente lleguen a todos los hogares y sus entornos.En salud, queremos que se mejore la atención pública, donde se atiende el 80% de la ciudadanía, especialmente luego del colapso que hemos observado en la Posta Central y en otros establecimientos del país.
Más hospitales, con más especialistas, con mejores tecnologías, con más prevención en la salud primaria y, ante esta demanda, la única propuesta del gobierno es “derivar a clínicas privadas” con un alto costo –que mejora los réditos de las clínicas privadas- a expensas del presupuesto fiscal.
En el presupuesto del MINEDUC, la mayoría ciudadana espera que se implemente un programa real de fortalecimiento de la Educación Pública que implique más recursos para mejorar los aprendizajes en los colegios públicos, una mayor inversión en educación pre-escolar de calidad; la implementación de un programa de modernización de la Educación Técnica para que “deje ser el pariente pobre de la educación” y, en educación superior, que las becas y créditos para los estudiantes de familias de clase media y vulnerables cubran el 100% del arancel.
Los chilenos y chilenas esperan otro enfoque educativo; el 77% de la ciudadanía rechaza las políticas educativas del presidente Piñera y por tanto, se espera un debate sobre los desafíos futuros en lo cualitativo, es decir, cómo avanzar hacia una educación de calidad para la mayoría y no sólo para una minoría que puede pagarla y, no reducido a lo que desea y promueve el gobierno.
En fin, la ciudadanía espera que en el debate presupuestario haya transparencia e información pública veraz, sin los manoseos estadísticos que vimos en la Casen, sobre la magra inversión pública en el ámbito social, sobre la lenta ejecución de los programas regionales de desarrollo, sobre el escaso impacto efectivo de las nuevas políticas anti-delincuencia.
Como oposición, instalaremos los debates públicos sobre las reorientaciones urgentes que deben desarrollarse en las políticas públicas para disminuir las actuales desigualdades y abusos que tanto molestan a la amplia clase media chilena.
Presidente, no basta con informar una “danza de millones”, la empatía y asertividad a la hora de distribuir los recursos es clave, especialmente si el objetivo es disminuir la desigualdad.