Los recientes resultados de la encuesta Adimark revelan la, ya constante, desacreditación y falta de credibilidad tanto de las grandes coaliciones políticas de nuestro país como de las cámaras de nuestro congreso.
Mientras la Coalición por el Cambio marca un 64% de desaprobación y la Concertación un histórico 74%, el Congreso no se queda atrás y puntúa cifras aún más altas de desaprobación con un 78% para la Cámara de Diputados ¿Cómo se explican tales grados de desacreditación?
Ya el movimiento social por la educación dio luces el año pasado, denunciando el hastío que genera en la mayoría de la ciudadanía la llamada política de los consensos, la cual ha evadido debates respecto a problemáticas de fondo y de carácter estructural en relación a los pilares que cimenta nuestro modelo socioeconómico.
Hoy los movimientos sociales, la ciudadanía, han logrado dar un vuelco en las discusiones que protagonizan la agenda pública, instalando temas tan relevantes para el futuro de nuestro país como es el carácter de la educación. Si no fuera por los ciudadanos organizados y movilizados hoy Chile no estaría discutiendo sobre reforma tributaria, lucro en la educación, desigualdad, nueva constitución, reforma al sistema binominal, entre otros problemas pendientes.
Pero todo parece indicar que muchos sectores políticos aún no están preparados para asumir estos debates de cara a la ciudadanía y en sintonía con sus demandas. Reflejo de esto es la aprobación de la reforma tributaria por parte de la derecha en su conjunto y por sectores de la Concertación.
Por otra parte, la derecha, sencillamente no quiere debatir en forma transparente e intenta crear falsas realidades para eludir temas tan sensibles y relevantes como la pobreza. Nadie podrá negar que lo sucedido con los resultados de la Encuesta CASEN constituye un escándalo de ribetes mayores.
Más aún, cuando nos encontramos de cara a un escenario donde los ciudadanos deben escoger a sus nuevas autoridades municipales, la derecha continúa con prácticas nefastas que tanto desprestigian a la política.
Obsequios de canastas familiares, entrega de billetes de mil pesos, agresión a candidatos, regalos de entradas a circos son precisamente las prácticas que contribuyen a ensuciar lo que hoy debiera ser una batalla de las ideas.
Si hoy la ciudadanía exige que se avance hacia una democracia más profunda, en base a discusiones programáticas realmente serias, la derecha chilena está quedando altísimamente en deuda.
Lamentablemente para los ciudadanos, la derecha aún no entiende que esto no es Roma y que el pan y circo que ellos entregan solo hace que los chilenos miren con mayor recelo y distancia a la política.
Hoy somos muchos quienes hemos asumido el desafío de generar una renovación en las prácticas de hacer política.
En esta línea, desde Estación Central, la primera acción que he realizado es escuchar a los vecinos. Son ellos quienes mejor conocen sus problemas y quienes también mejor conocen sus soluciones.
Es en este camino donde he podido ver cuán ajeno perciben los vecinos y vecinas de la comuna a su municipalidad, cuya administración queda radicada en forma absoluta en la figura del alcalde donde los habitantes de la comuna no tienen la posibilidad de decidir sobre determinadas materias de su interés.
Las autoridades a todo nivel deben, fundamentalmente, escuchar a los ciudadanos, para que las prioridades de estos sean las prioridades de las instituciones que lideran.
Los ciudadanos deben ser los protagonistas de la historia que día a día escribimos.Hoy Chile ha cambiado y los ciudadanos exigen mayor inclusión en las definiciones que son de interés para todos, exigen poner sobre la mesa discusiones sobre temas que los atañen realmente como es educación, salud, seguridad ciudadana, vivienda, participación , por mencionar sólo algunos.
Desde esa perspectiva se deben abordar las elecciones municipales y esa es la única forma para aumentar tanto los grados de participación ciudadana como el prestigio de la alicaída política chilena.