“Da toda la impresión que nadie se arrepiente de nada porque a nadie le va a pasar nada”, dijo la ministra del Trabajo del presidente Piñera al referirse al caso de Luciano Pitronello.
Está claro que la ministra Matthei al menos confundió los roles. Como fue senadora y como tal tuvo más libertad para expresar “sentimientos”, definidos así con posterioridad por el vocero de gobierno. En tanto, para la mayoría de las personas, las opiniones vertidas por la ministra ironizando con el trabajo de algunos jueces del poder judicial no hablan de propiedad del cargo, ni menos de mesura o respeto a las instituciones que representan los poderes del Estado.
Si no hay confusión de roles, entonces se salió de madre y debería pedir disculpas públicas por sus dichos. Es grave dejar pasar este tipo de declaraciones sin hacerse cargo de las mismas, sienta un precedente peligroso.
No se trata de hacer tormentas en un vaso de agua como dijo el vocero, se trata de no hacerse los lesos frente a situaciones que ponen en cuestión la institucionalidad que tanto defienden ¿o es que no defienden tanto la democracia cuando no actúa de acuerdo a sus propios intereses? Una vez más nos vemos enfrentados al bajo nivel de eficacia política de este gobierno.
Lo que resulta preocupante es que en esta administración se relativizan muchas cosas, van sumando y sumando en el mal camino de los yerros que no son menores. Da la impresión que se les ha extraviado la seriedad –si es que alguna vez la tuvieron- y que no existe una noción real de las implicancias que tiene asumir el rol de secretario o secretaria de Estado.
La relevancia que tiene el cargo de ministro incluye tener la seriedad necesaria y la mesura al momento de emitir declaraciones o referirse a determinados hechos.
Ese es uno de los aspectos que marca la diferencia entre los reales estadistas y aquellos que dicen serlo pero cuya forma de actuar evidencia que no lo son.
Es de esperar que este gobierno termine de entender la investidura que tiene como administrador del Estado, que comprenda que ante la ciudadanía y por el bien de esta democracia que tanto nos costó recuperar, estas críticas al poder judicial no contribuyen al normal funcionamiento de las instituciones y enrarecen el clima en el país.