La reforma del sistema electoral avanza. Las condiciones políticas para dar luz verde a esta reforma se debe a que un sector de la derecha manifiesta disposición para avanzar. Con este hecho, por primera vez, en 20 años estarían los votos para modificar el binominal. En esta coyuntura, es la UDI el único partido que hoy se niega.
La derrota del guarismo 120 el martes pasado debe interpretarse como parte de un camino que inexorablemente avanza hacia la modificación del binominal. Fue una medición de fuerza y un sinceramiento. Ahora, es el turno del Senado de hacer la primera evaluación en terreno. Como dijo la Diputada Rubilar en la sesión del martes es el momento de “que los votos hablen” y la voluntades se manifiesten.
Surgen tres preguntas; ¿es la UDI el partido más beneficiado con el binominal?, ¿por qué se opone a su modificación? y ¿por qué ahora RN quiere cambiar el sistema electoral?
Hay razones de convicción democrática –“ideológicas”- y de cálculo político para apoyar y/o frenar una reforma electoral.
El primer caso se refiere a que debe existir correspondencia entre votos y escaños y, de ese modo, construir un orden democrático en el que cada voto tengo el mismo peso político. A su vez, el cálculo político se relaciona con evaluar si conviene –política y electoralmente- su modificación.
Lamentablemente, este último caso es el que ha dominado el debate en torno al binominal: se cambia si no me conviene y se mantiene si me conviene.Todos los partidos –unos más que otros- han caído en la lógica instrumental.
Las declaraciones y los datos empíricos muestran que en la Derecha prima el cálculo político para modificar y/o mantener el binominal. La UDI es hoy el partido más beneficiado con el subsidio que genera el sistema.
Sin embargo, no siempre fue de ese modo. De hecho, en el largo plazo RN y la DC han sido más beneficiados que el gremialismo, por lo menos, a nivel de los Diputados. Hoy, dichos partidos no son beneficiados con el modelo electoral. Al mismo tiempo son los más interesados en su modificación.
En el ’89 la UDI obtuvo el 9,82% de las preferencias y 11 Diputados.En un sistema proporcional puro de cálculo nacional debió sacar 12 representantes; es decir, tiene un representante menos.
En las parlamentarias del ’93 y del ’97 el gremialismo no tuvo pérdidas ni ganancia.En estas elecciones la fórmula binominal se disfrazo con ropaje proporcional en los Diputados.
Desde las parlamentarias del 2001 la UDI se convierte en el partido más grande del sector y del país. Con ello, el gremialismo comienza a beneficiarse con el subsidio binominal; con el 25,18% de los votos logra 31 Diputados. Obtiene, un representante de subsidio.
En el 2005 el subsidio de la UDI llega a seis. Con el 22,36% de los votos logra 33 representantes; debiendo sacar, en la lógica proporcional 27 escaños.
Con las parlamentarias del 2009 se abre un nuevo escenario. Es la primera vez que RN obtiene menos escaños de los que le correspondería en un sistema proporcional. La UDI, obtiene 37 Diputados y el 23,05% de los votos; debiendo, haber tenido una representación de 28 escaños. Un subsidio de nueve.
Desde las parlamentarias del 2001 la UDI comienza a tener beneficio binominal en los Diputados. En el largo plazo vemos que el subsidio de la UDI llega a 15 Diputados y el de RN a 19. Sólo en las dos últimas elecciones ha sido la UDI el partido de la derecha más beneficiado.
Cada partido tiene razones y motivos para cambiar el binominal. La UDI se opone hoy al cambio. De hecho, es el único partido que no ve con buenos ojos esa modificación. ¿Por qué?
En primer término surge la hipótesis de que en términos de cálculo político se beneficia con el sistema al lograr cierta cantidad de subsidios. Por tanto, hoy con otra fórmula electoral el partido se debilita. No quieren perder esa posición; que no sólo les da peso político-parlamentario, sino también fuerza negociadora y “poder de veto” al interior del oficialismo.
El cálculo político también prima cuando se analiza a nivel del pacto. En ese contexto los subsidios para el sector –“derecha”- han sido considerables a nivel de los Diputados y del Senado.
Por ello, el peso del sector en el parlamento se vería debilitado. En una fórmula proporcional se debilita el pacto y la UDI. No sólo hay pérdida de escaños, sino también se debilitan los impulsos para mantener la actual “política de alianzas”. Eso es malo para la UDI ya que surge el fantasma del aislamiento.
En segundo lugar, está la tesis –muy difundida en la UDI- de que el binominal genera un cuadro político dominado por dos fuerzas; un bipartidismo de pacto y/o de partidos. En ese escenario, las fuerzas políticas están obligadas no sólo a buscar acuerdos para generar gobernabilidad, sino también a formar parte de una muy rígida política de alianzas que contribuye a consolidar el “empate artificial” que genera el binominal.
La UDI esta cómoda con el binominalismo por razones de “cálculo político” e “ideológicas”.
Las primeras se relacionan con no perder posiciones de poder y con frenar un parlamento para Bachelet, que dadas las condiciones actuales de la coyuntura podría ser altamente complejo para la reproducción del Neoliberalismo. A su vez, las razones ideológicas se relacionan con el bipartidismo y sus beneficios.