Independientemente de algunas acepciones más discutibles, parece haber consenso en entender la misoginia como la manera de pensar que establece que el hombre debe liberarse de cualquier tipo de dependencia del género femenino.
Así, el misógino o misógina, entonces, es aquel individuo que ejerce un desprecio por la mujer, y critica, odia y menosprecia no sólo las actitudes que las mujeres pueden tener en circunstancias particulares, sino su rol permanente dentro de la sociedad.
Algo de eso pareciera estar recorriendo a la derecha chilena.
Y para este temor misógino, tiene dos referentes que les rondan y siguen permanentemente.
A una, Camila Vallejo, la agreden por “estar en todas partes”. A la otra, Michelle Bachelet, “por no aparecer nunca”.
Misoginia y esquizofrenia parecen presidir entonces la conducta de nuestros buenos amigos de la derecha local.
Sin embargo, al igual que El Quijote, pero con mucho menos glamour que este, intentan pelear con molinos de viento; es decir, con sus propios fantasmas, con sus temores.
Es como el niño, que sabe que lo ha hecho mal y por lo tanto, no quiere que despunte el día, cuando tendrá que enfrentar su realidad.
Los que hoy gobiernan, al igual que los niños mal portados, saben que lo han hecho mal, muy mal. Y entonces añoran que el tiempo se detenga, pues, cada vez están más cerca de tener que despertar y enfrentar las consecuencias. Una realidad que se les presenta con rostro de mujer. Y de mujeres que los aterran.
Y claro, ellos son los hombres que saben mandar, siempre lo han hecho, sin que nadie les discuta.
Desde la casa al estado. Desde la A a la Z. Y ahora vienen estas mujeres a estropearlo todo.
Una a subvertir el orden, el orden de siempre, el que no debe cambiar nunca.La otra con un lenguaje acogedor, que tiene cariño para todos, incluso para ellos, los que le temen. Tal vez porque su mayor temor sea terminar también queriéndola, como el resto del país.
En otra época ya pasó eso, cuando los empresarios sembraron la campaña del terror por la llegada de un nuevo presidente socialista y, a la salida de éste, le declaraban su amor.
El terror de terminar amando a Bachelet no los deja dormir. Y saben que tienen que despertar.
A estos misóginos de nuevo cuño hay que recordarles la frase del escritor francés Alfred Musset: “La mujer es como una sombra: no podrás atraparla, pero tampoco huir de ella”.