La baja aprobación ciudadana del Gobierno ha desatado una feroz operación política para inhabilitar a la ex Presidenta Bachelet; una operación orquestada desde La Moneda, implementada por los operadores políticos de la UDI y RN, ya sea en el Parlamento o en el mismo Gobierno.
El montaje se desarrolla en una comisión investigadora –que no investiga- sino que es el teatro de operaciones comunicacionales, donde semanalmente se anuncian “antecedentes nuevos”, pero que no son tales, ya que son referencis que conoció la Fiscalía en su investigación judicial o fueron ya vistos y analizados por la primera Comisión que funcionó en la Cámara de Diputados el 2010, presidida por el diputado UDI Jorge Ulloa.
Esta semana hemos visto un nuevo protagonista: un Ministro-candidato como Longueira quién anuncia otro antecedente nuevo, que de ser verídico, debió obligatoriamente entregarlo a la Fiscalía, pero arma una operación comunicacional con su diputado/operador, revelando la debilidad de su prueba.
Los que hemos visto en el video de esa noche del 27F –práctica que fue anulada por el actual gobierno- observamos con preocupación que las instituciones técnicas fueron sobrepasadas, que no había comunicación en el país y tampoco información cierta, que el protocolo que guía las actuaciones institucionales fue desbordado por un tremendo terremoto/maremoto, que las Fuerzas Armadas, que cumplen una tarea principal en estas emergencias, tampoco proveían la comunicación e información y que las autoridades políticas carecían de esos respaldos técnicos para tomar las mejores decisiones.
La precariedad institucional del 27F debe ser resuelta y en marzo pasado lo ocurrido en Punta Arenas, reveló que esta situación de la ONEMI se mantiene y debilita al sistema de emergencia y su capacidad de reacción para informar adecuadamente a la ciudadanía.
Es responsabilidad del sistema político resolver estas precariedades, pero el gobierno y sus parlamentarios se han dedicado a desarrollar una operación política que tiene como único objetivo, erosionar la imagen de la ex Presidenta Bachelet.
La mezquindad derechista se traduce en atacar a un liderazgo cercano y confiable que representa a la oposición y no tiene ningún interés en resolver las debilidades institucionales del sistema de reacción ante las emergencias.
La mezquindad derechista se demuestra en el nulo interés de avanzar en resolver los problemas de abusos empresariales y desigualdades sociales que molestan a la mayoría de los chilenos y sólo se dedica a alimentar una guerra sucia contra la figura opositora que representa los sueños de un Chile mejor.
No aceptaremos esta mezquindad derechista, que sólo busca destruir liderazgos que representan la posibilidad futura de tener un Chile distinto sin los abusos actuales.