Porfiadamente los economistas y la Derecha Económica insisten que la única manera de resolver la desigualdad en Chile es el crecimiento, el desarrollo económico y la educación. Es congruente con sus vínculos al signo $ que olvidan el desarrollo sociocultural.
Saben, por eso plantean, que el crecimiento y desarrollo en Chile sólo pueden aumentar la desigualdad y el contenido de sus arcas. Las demostraciones históricas y científicas les resbalan, como sucede con la mayoría de los economistas.
Desde su fundación, en 1541, Chile no ha dejado de crecer, desarrollarse y aumentar su educación o instrucción. A la par no ha dejado de aumentar su desigualdad socioeconómico-cultural.
Se argumenta que un pobre en Chile actual tiene alcantarilla, agua potable, alimentación mejores que Luis XIV en 1680. Como esto lo tienen todos o casi todos el argumento se debilita ya que lo que importa es la diferencia de existencia entre los de estratos más altos y los más bajos.
Con tres variables críticas: poder, propiedad, información vital relevante (en salud, educación, acceso a energía, manejo social), vemos que la desigualdad ha crecido a extremos abismales.
En todo el mundo sucede igual. El acceso y la posesión de capitales se hace cada vez más desigual. En un siglo la acumulación capitalista en las grandes transnacionales ha aumentado a cifras inimaginables, mientras los desposeídos de todo el mundo están igual o peor.
Hemos insistido que el crecimiento por si mismo aumenta la desigualdad. Si el que gana (ingreso) $ 1.000.000 aumenta a $2.000.000 y el que gana $200.000 a $400.000 (duplicación), también la desigualdad se duplica de $800.000 a $1.600.000.
Pero si el crecimiento aumenta la desigualdad proporcionalmente, el desarrollo, que conserva las condiciones de desigualdad, la aumenta mucho más. Por desarrollo entendemos aquí la aparición de nuevas estructuras, funciones o relaciones entre personas o entre personas y bienes. Tomemos el caso de la capitalización.
Supongamos que solo puede capitalizar el que gane más de $1.000.000. En el ejemplo anterior antes del aumento del ingreso, ninguno de los dos podía capitalizar. Después del aumento solo puede capitalizar el que gana $2.000.000 con lo que se genera una diferencia cualitativa imposible de compensar.
Pero, el que gana $2.000.000 puede capitalizar menos que el que gana $3.000.000 y por lo tanto las condiciones de inversión de su capital tendrán menor probabilidad de éxito y así sucesivamente con el mayor ingreso.
Los mayores capitales desplazarán a los menores capitales o los comprarán y así se irá aumentando la desigualdad en la propiedad y manejo de capitales, acumulando cada vez más mayores capitales en menos manos. La desigualdad en la tenencia y manejo de capitales no dejará de aumentar, como bien lo predijo K Marx.
Tomemos la educación, que en Chile es en realidad instrucción para formarles los técnicos, profesionales o artesanos capacitados a la empresa, que por la acumulación capitalista es la empresa de la oligarquía chilena aliada con las transnacionales.
El técnico o profesional no por haber obtenido su título accede a la propiedad de los capitales o de las empresas que lo contratan. Solo acceden a ella los parientes o “amigos” o miembros de los grupos económicos en círculos pequeños y muy nepóticos o de relaciones secretas (por acceso a información crítica relevante).
Los demás son burritos de trabajos o proletarios con título universitario. Además esta instrucción se hace inmersa en la ideología que fortalece el sistema de desigualdades, por lo que instruir en Chile es por definición aumentar las desigualdades, de otra forma no se explican los 471 años de aumento de las desigualdades a la par que la instrucción.
Es patético que mientras la investigación en biología humana demuestra que somos fundamentalmente iguales y fraternos, ya que nuestro genoma comparte más del 995 por mil de los nucleótidos y es distinto en menos del 5 por mil, los regímenes de desigualdades continúen fortaleciéndose.
El mismo capitalismo como está planteado no puede sino que aumentar las desigualdades ya que divide a las personas en propietarios y no propietarios de los medios de producción, en explotadores y explotados, desigualdades cualitativas irremediables.
Cuando la verdadera educación (plural, no mono-ideologizada) logre que la humanidad incorpore en todos, la igualdad y fraternidad genómica, este régimen capitalista tendrá que desaparecer por ser cruel, en contradicción con esa realidad.
No es difícil imaginar sistemas capitalistas alternativos sin la propiedad y sin la desigualdad originaria.
Supongamos empresas capitalistas (o propiedades) cuya administración fuere concursable públicamente por proyectos de desarrollo de esas empresas (o explotación de esas propiedades) dentro del desarrollo global del país. La administración quedaría en los mejores (genómica y ambientalmente).
Agreguemos que el salario en ellas fuese equitativo para todos administradores y trabajadores. Sumemos que esas empresas tuviesen como objetivo no tan sólo la ganancia monetaria sino que el desarrollo integral, incluida la educación continuada, de las personas que en ella trabajan. Esto es un panorama accesible ¿Lo queremos?
¿Querremos renunciar a la desigualdad actual del poder y de la propiedad?