La verdad de las cosas es que el binominal no es la causa de todos nuestros males pero es muy importante.
Cuando comprobamos que las transnacionales (de la economía, de las armas y de las comunicaciones) son hoy más importantes en nuestras vidas que el Estado Nacional, y cuando hemos aprendido, en nuestra propia biografía, que la fuerza bruta al servicio de los poderosos es más fuerte que la institucionalidad del Estado, de cualquier Estado, matizamos la importancia que tiene elegir a éste o ese otro en la jefatura del gobierno y a esos u otros congresistas en el Senado o la Cámara de Diputados.
Pero la política nacional sigue teniendo importancia, y elegir a tal o cual como Presidente y a tales o cuales como congresistas (mal llamados parlamentarios en Chile) influirá en nuestras vidas y en la del país.
Bien lo sabían los reaccionarios, entre ellos Jaime Guzmán, que en reemplazo del sistema electoral proporcional que nos rigió hasta 1973, nos impusieron a finales de la dictadura, en 1989, el sistema binominal para la elección de senadores y diputados.
Los que apoyaron el golpe de Estado, gobernaron con la dictadura y crearon el sistema de gobierno que el país “necesitaba”. Los ideólogos del régimen eran profundamente antidemocráticos, creían que la democracia con sus elecciones, ponía en peligro la religiosidad del país, la familia y por cierto la economía capitalista.
No podían –sólo por la derrota del plebiscito de 1988- abrir las compuertas para que el pueblo soberano se diera el gobierno que quisiera. A lo más que se abrieron, de mala gana, fue a una “democracia protegida”, protegida por los altos mandos de las FFAA, por los llamados poderes fácticos y, por cierto, para no tener sorpresas, por el sistema para elegir congresistas.
Recién habían perdido el plebiscito de 1988 y su fuerza electoral –muy importante- pasó a ser segunda. Hicieron entonces un sistema electoral que subvencionaba a la segunda fuerza, desconocía a la primera en su victoria, y eliminaba a la tercera para que no aspirara nunca a ser segunda y quedara para siempre al margen, sin representación alguna.
El sistema inventado – no hubo ni hay otro igual en el planeta- determinó que en toda agrupación electoral se eligieran, ya no cinco como antes, sino dos representantes, nunca uno, ni tres, ni cinco, dos y que la mayoría eligiera uno y la segunda fuerza eligiera otro.
El resultado del plebiscito había sido 56 vs. 44. Entonces resolvieron. Quien sacara 56 elegiría uno y quien sacara 44 elegiría al otro. Empate. Empate aunque por uno hubiere, en adelante, mayoría absoluta. Empate aunque la diferencia a favor de la mayoría fuera clara y contundente, 66 vs.34 por ejemplo. Empate a no ser que la mayoría duplicara a la segunda fuerza.
En ninguna parte del mundo se puede pensar siquiera en un sistema así.
Si se aplicara en Inglaterra, los conservadores elegirían uno, los laboristas otro –fuera quien fuera el ganador- y los liberales, socialdemócratas y otros, ninguno.
Si se aplicara en Francia, los socialistas sacarían uno, la derecha de Sarkozy el otro, los de Le Pen (con el 20%) ninguno y la izquierda ninguno.
Si se aplicara en España, el PP de Rajoy uno, el PS de Zapatero el otro. La Izquierda Unida, ninguno, y cero también los demás.
En Alemania, uno la DC y otro la SD. Los verdes ninguno, la izquierda ninguno.
En Argentina, los radicales ninguno y los derechistas ninguno.
En Perú, el Apra ninguno.
¡Inconcebible!
Con el sistema, la derecha chilena es la más segura del mundo. Con sacar el 34 por ciento de los votos controla la mitad del Congreso y nadie le gana. Normalmente saca más del 40 por ciento desde el golpe de Estado de 1973.
Con ello afirma para siempre el sistema económico e institucional que edificó por la fuerza en la dictadura.
Ese es el valor profundo del binominal, y la razón profunda de su mantención ya por 23 años, sin ninguna modificación o reforma.
El sistema es el ideal para la UDI, el partido formado para defender la obra del régimen militar.
El sistema nunca, en 23 años, ha sido cuestionado por Renovación, la que recién se ha abierto a una discusión “académica” con la DC que también incluye –para trancarlo todo- la modificación del régimen presidencial, nada menos, y en plena campaña para elegir a Allamand.
El sistema electoral fue cuestionado por la Concertación, como fue cuestionado por ella el sistema económico, las Isapres, las AFP, los excesos bancarios, pero con el paso del tiempo y el acomodo “natural”, el cuestionamiento, como a las AFP, a las Isapres, a la banca privada, fue dando paso a la aceptación y el goce.
La Concertación es hoy la segunda fuerza y es, por lo tanto, la más beneficiada por el binominal.
Los senadores Lagos Weber y Fulvio Rossi, son ejemplos de electos por la injusticia del sistema, que en sus casos perjudicó a la derecha.
¿Y el PC en alianza con la Concertación, por qué no? Total, así como hoy no hay lista de izquierda en las municipales (aunque se le llame así a la integrada con el PR y el PPD) y mañana no habrá lista de izquierda en las de congresistas, porque se irá con la Concertación, ¿para qué combatir el binominal, si a un lado irán la UDI y RN y en el otro los que designen la DC, el PS, el PR, el PPD y el PC?