La disputa presidencial debe resolver dos preguntas; ¿qué mecanismos usara cada partido y el oficialismo para elegir a su abanderado presidencial? y ¿quién será el candidato del sector? Desde que empezó la re-democratización a finales de los ochenta se han usado dos fórmulas; las encuestas y las definiciones “a dedo”. La imbricación de ambos mecanismos ha definido el procedimiento que ha usado la Derecha para elegir a su candidato por lo menos desde el ’99.
La elección de un candidato presidencial al interior de una coalición política tiene dos fases. La primera, el candidato que cada partido pone a disposición de la coalición; y la segunda, la elección del abanderado presidencial del pacto. En ambas instancias cada partido define la fórmula que usara para la nominación.
Lo mismo hay que hacer desde la coalición.
La alianza gobernante ha entrado en el debate sobre el mecanismo para elegir su abanderado presidencial hace algún tiempo. Sin embargo, en el sector se habla más de candidatos posibles que de mecanismos.
En relación a los mecanismos para elegir el abanderado presidencial hay cuatro opciones.
En primer lugar, están las encuestas que indican cuál es el mejor posicionado.
En segundo lugar, aparecen las primarias, que se han ido desinflando.
En tercer lugar, surge la posibilidad de que el sector y cada partido –como en el 2005- lleven su candidato a una primera vuelta presidencial. Y finalmente, la designación de un candidato por parte de los partidos recurriendo a instancias internas de definición. Nada es definitivo ni claro al respecto.
Por ahora, cada sector y sus cartas presidenciales siguen en “competencia oculta” con el fin de mejorar sus posicionamientos. Hay que esperar como se siguen comportando las encuestas, las Municipales de octubre y la decisión que va tomar Bachelet. Es tiempo de sembrar.
De las cuatro alternativas existentes para definir al candidato del oficialismo la que menos probabilidades tiene es que compitan en una primera vuelta presidencial.
De hecho, en los último días el Ministro Longueira mencionó la posibilidad de que el sector llevara sus tres presidenciables a una primera vuelta presidencial ante la necesidad de sumar votos de todas partes y de ese modo frenar la avalancha Bachelet. Rápidamente y desde su propio sector hubo un rechazo a la idea.
A este respecto, también es viable hacer una lectura inversa; es decir, que ante el factor Bachelet el sector debe concentrar fuerzas. Este hecho, reduce a tres los mecanismos: encuestas, primarias y designación “a dedo”.
En este punto se produce una imbricación entre presidenciables y mecanismos. En efecto, la modalidad que se usara está en directa relación al posicionamiento que cada pre-candidato tenga al momento de llegada la hora de la definición. Hoy es el momento de las encuestas.
Los presidenciables del oficialismo son tres. Luego de dos años de gestión han ido quedando en el camino distintas alternativas. Hoy tenemos a Pablo Longueira por la UDI, a Andrés Allamand por Renovación Nacional y al independiente e hijo de la meritocracia y de la educación pública Laurence Golborne.
De los tres, el que menos posibilidades tiene según las encuestas –hasta el momento- es Longueira. El Ministro es hábil. Quizás, por ello lanzó la tesis de “los tres a la primera vuelta”. Como se ha re-encantado con la política y sabe que es el peor posicionado no quiere dejar pasar la oportunidad de competir como candidato presidencial. La probabilidad de ir a competir a una primera vuelta es más cierta con duplas que con tríos.
En efecto. ¿Qué hará en ese escenario el ministro de Obras Públicas con una Udi volcada en Longueira y/o con Renovación Nacional volcada en Allamand? En consecuencia, una primera vuelta presidencial es más probable con la dupla Allamand-Golborne y/o Allamand-Longueira.
Según las encuestas, el que mejor posicionamiento tiene es Golborne. En este escenario, Allamand ha ido acortando distancia –presidenciable al alza- y el ministro de Obras Públicas se ha ido estancando. La carrera sigue. La política es dinámica y la realidad porfiada. Nada es definitivo. Sólo, estamos en el terreno de lo probable.
De los tres en algún momento van a quedar dos. Las duplas probables son Allamand-Golborne y Allamand-Longueira. En efecto, la dupla Golborne-Longueira tiene muy bajas posibilidades de concretarse. Longueira es Udi y Golborne es cercano al gremialismo. El Ministro independiente es en este sector donde encuentra los mayores apoyos e impulsos.
En el reino del pragmatismo ya sabemos lo que pasa. ¿Por qué el partido no se la ha jugado por Longueira más allá de las palabras de buena crianza y hermandad política?
Las duplas más probables pueden ir a una primaria o a una primera vuelta presidencial.
En el sector la realización de primarias es probable sólo en la medida en que las encuestas no favorezcan de manera clara y amplia a uno de los presidenciables; y por tanto, que ningún sector quiera ceder su opción. De lo contrario, el mecanismo de designación vía encuesta será el elegido.
Sin embargo, las cifras no sólo deben marcar que el Ministro sea conocido y que su gestión tenga alta aprobación, sino también que tenga buenas cifras de “intención de voto” en primera y segunda vuelta; y ello, frente a las distintas alternativas opositoras, incluida Bachelet.
Golborne no sólo tiene alto nivel de conocimiento –lo que no tiene ninguna importancia en este plano-, sino también altos nivel de aprobación a su gestión. Lo relevante es que frente a Bachelet es el que tiene el mejor rendimiento en primera y segunda vuelta. No obstante, no le gana a la ex mandataria. Incluso, es el único que gana –según las encuestas- a todos los otros posibles candidatos de la Concertación. Y en esos escenarios probables, también le gana a Marco Enríquez.
¿Quién será el candidato del oficialismo? Cada presidenciable tiene fortalezas y debilidades. Sin embargo, hay que esperar el desenlace de acontecimientos externos para la definición final del abanderado del sector. Y ello, tiene que ver con lo que marca cada uno en las encuestas y con el factor Bachelet.
En efecto, la presencia o ausencia de Bachelet en las presidenciales del 2013 no sólo definirá los caminos que la Derecha tomara en términos de mecanismo, sino también en relación al candidato. Incluso, también entra en juego la variable sobre las certezas de si habrá o no segunda vuelta.
Bachelet ganando en primera o en segunda no es lo mismo en relación a las decisiones que el sector debe tomar. Es más, si decide no ir, el panorama cambia drásticamente no sólo para el oficialismo, sino también para la Concertación.
Por ahora, hay que seguir esperando y confiando en las encuestas y sus capacidades de predicción. El tiempo se acorta. Quedan siete meses para las Municipales y estamos a un año de la decisión final y definitiva –abril o mayo del 2013.