Hay un conjunto de antecedentes que muestran como la Concertación ha ido perdiendo fuerza y presencia política. Se pueden resumir en tres; baja electoral, pérdida de legitimidad y un proceso interno de fragmentación.
Sin embargo, no se puede desconocer que en la actualidad al ser una fuerza electoral importante –a pesar de la tendencia a la baja-, al tener presencia relevante en el parlamento, al pertenecer a tradiciones políticas de larga data y al tener el mejor posicionamiento presidencial la siguen ubicando como un actor político fundamental para Chile.
Hay un hecho clave. El sistema binominal juega un rol fundamental para que la Concertación como pacto político-electoral siga con vida. Más bien, en los tiempos actuales “sobrevive”. Sin binominal no hay incentivo para que la alianza de centro-izquierda siga vigente. De hecho, una derrota en las próximas presidenciales determinaría el fin de un pacto que por más de 20 años fue exitoso. Todas las fichas se ponen en ganar esa elección. El futuro a mediano y largo plazo depende de ese hecho.
La baja electoral.
La Concertación ha ido perdiendo fuerza electoral a nivel de votos y representantes de manera lenta y sistemática en todos los niveles de competencia. El punto de inflexión se dio en la presidencial del ’99, en las municipales del 2000 y en la parlamentaria del 2001.
A nivel municipal las cifras muestran que entre el ’92 y el 2008, la Concertación bajó del 53,3% al 41,85% de las preferencias. Entre el ’92 y el ‘96 se elijen sólo concejales. El alcalde, por tanto, surge de una negociación que se produce al interior de cada Concejo municipal. En términos de concejales el pacto entre el ’92 y el ’96 sube de 1.187 a 1.251.
Sin embargo, los alcaldes bajan de 219 a 197. En el dos mil el pacto llega a los 1.109 concejales, en el 2004 a los 1.126 y en el 2008 a los 1.064. Entre la primera municipal y la última hay una pérdida de 123 concejales. Los alcaldes que la Concertación logra en esas elecciones son de 169, 203 y 146 respectivamente. Entre 1992 y el 2008 hay una pérdida de 73 municipios.
Lo relevante, sin embargo, es la pérdida de importantes reductos en los que la derecha –en auge desde el dos mil- logra ganarle alcaldías emblemáticas como Santiago, Viña, Valparaíso, Concepción. Y ello, se traduce en que hay una cantidad de habitantes y electores muy alta que comienza a ser gobernada por la oposición de entonces.
En los diputados, la votación entre el ’89 y el 2009 baja del 51,49% al 44,35%; es decir, pasa de 69 a 57 diputados. Considerando la elección de Juan Pablo Letelier –PAIS- y de Hosain Sabag –independiente fuera de pacto- la baja es de los 71 a los 57.
El peack se manifestó en las parlamentarias del ’93 cuando llega al 55% de la votación y a una representación de 70 diputados. En la última elección, la votación baja al 44,35% y sus representantes a 57. Desde el ‘93 la baja es sostenida. En el Senado la baja entre el ’89 y el 2009 es del 54,62% al 43,26%.
Para comparar en términos de las circunscripciones en competencia, la última elección hay que compararla con la del ’93. En esa dirección, por tanto, la baja es del 55,47% al 43,26%. Por efectos del binominal la pérdida de senadores es sólo de un representante en la regiones pares e impares.
Finalmente, en términos presidenciales la baja entre el ’89 y el 2009 es del 55,17% al 29,60%. Una baja tremenda. Una derrota anunciada. Desde el ’99 la elección de Presidente se resuelve en segunda vuelta. En los “ballotage” la baja del pacto es de cinco puntos porcentuales entre Bachelet y Frei y de tres entre Lagos y Bachelet.
Las encuestas son otro indicador que en algunas variables muestra que la Concertación ha perdido presencia, legitimidad y credibilidad. Los estudios de Opinión Pública de las empresas más prestigiosas del país dan cuenta de estas tendencias. En esa dirección observamos que Adimark da cuenta de la baja aprobación y alta desaprobación que muestra la Concertación desde hace muchos años. En la última medición de febrero la aprobación llegó al 18% y la desaprobación al 70%.
La encuesta Cerc muestra que la percepción de que los gobiernos del pacto fueron “malos y regulares” ha aumentado entre mayo del 2010 y diciembre del 2011 de un 56% a un 71%. A su vez, que fueron “buenos” bajo del 39% al 23%. En relación al desempeño de la Concertación como pacto opositor, la evaluación de que ha sido “malo y regular” ha subido en esas mismas fechas del 65% al 84%. La percepción de que ha sido “bueno” bajo del 9% a 5%.
En relación a los “5 políticos con más futuro” se observa que mientras en mayo del 2010 ocupaban la lista cuatro concertacionistas, en diciembre del 2011 sólo hay uno.
En la encuesta Cep se muestra que las “simpatías políticas” con la Concertación bajan del 26% al 20% entre octubre del 2009 y diciembre del 2011. En relación a la aprobación-desaprobación hay dos medidas; como Concertación y como esta “desarrollando su labor” opositora.
Para el primer caso, la aprobación baja en esas mismas fechas del 41% al 16% y la desaprobación sube del 26% al 54%. Para el segundo caso, la aprobación baja del 26% al 18% y la desaprobación sube del 43% al 58%.
La encuesta Giro-País muestra que la “evaluación de la oposición” para el 80% de los entrevistados sólo llega a un promedio que no supera la nota 4. La encuesta de la Universidad Diego Portales muestra que en el 2011 los que creen que la Concertación “en un futuro se mantendrá” llega al 42%.
La fragmentación.
La Concertación se enfrentó a un fuerte proceso de fragmentación que terminó en dos candidaturas presidenciales y en una derrota electoral que la mandó a la oposición. Navarro, Chile1, los colorines, Arrate y Meo fueron los hitos del derrumbe de una solidez que comenzó a debilitarse desde la era Bachelet.
La Concertación aún respira; por lo menos, hasta las próximas presidenciales. La pregunta es evidente ¿cómo revertir estas tendencias a la baja? Y ello, ¿de quien depende?; ¿de la propia Concertación, de sus aciertos, liderazgos y capacidad de re-encantamiento?, ¿de los errores y debilidades del gobierno?, ¿de las potencialidades políticas y electorales de la oposición no concertacionista? o ¿de Bachelet?
La coyuntura política encuentra a una Concertación envuelta en una fuerte y vital contradicción que la tiene al borde del abismo o de la gloria.
El primer caso –el abismo-, es la consecuencia de las cifras que hemos analizado y que la tienen más cerca de su disolución que de la proyección; y el segundo –la gloria-, es el resultado del flotador llamado Bachelet y que la tienen más cerca de La Moneda que de su disolución.
Por tanto, queda Concertación a lo menos, para dos años más. Sin embargo, falta una estación fundamental para hacer la travesía completa: las municipales de los próximos meses.