Los comunistas no sólo son el partido político más perjudicado con el sistema binominal, sino también juegan un papel emblemático en el sentido de que se convierten en una figura que muestra en toda su magnitud las distorsiones que el modelo electoral genera.
Para el primer caso, me refiero a que la votación comunista a nivel nacional y local tuvo en muchas elecciones votos suficientes para haber obtenido representación; sobre todo, a nivel de los Diputados.Sin embargo, se quedaron sin nada.En función de sus sucesivas votaciones podemos decir que se trata de un partido intermedio que se ubica entre los chicos y los grandes.
Luego, para el segundo caso, me refiero a que cuando pasó de partido intermedio a chico y de la independencia a formar parte de uno de los bloques del “duopolio binominal”, logró llegar al parlamento al obtener tres Diputados. Otra paradoja del sistema.
El PC ha sido una fuerza política, electoral, social y cultural importante en la historia de Chile. A pesar de que al comienzo de la re-democratización a principios de los noventa se encontraba “gravemente herido”, logro mantener desde los primeros momentos una base electoral que siempre a nivel nacional fue superior al 5% de los votos. Con esa fuerza y en el marco de un sistema electoral proporcional (corregido o no) debió haber formado parte del parlamento en todo este período.
En el ’89 formo parte de Partido Amplio de Izquierda Socialista. En esa fecha el PC no estaba inscrito como partido político legal; por lo que, no hay cifras oficiales para esta elección.
Sin embargo, el pacto logra a nivel de los Diputados el 5.3% de los votos. Con esa cifra eligen dos representantes (que rápidamente se incorporan a la Concertación). Su representación debió ser de seis diputados.
Hay, por tanto, una pérdida de cuatro diputados. No son malas cifras, si se las compara con el hecho de que sólo se presentan 31 postulantes en 17 distritos. A su vez, en el Senado la lista logra el 4.24% de los votos. Esa cifra le debió dar al pacto un senador. Se quedan, sin nada.
En el ’93 participan en un pacto con el Mapu llamado “Alternativa Democrática de Izquierda”. La lista presenta 92 candidatos y de ellos 69 son del PC. La cantidad de votos del pacto suma el 6,4%; de ellos, el 5% es votación comunista. Nuevamente, se quedan sin representantes.
No obstante, en un sistema proporcional puro el pacto debería haber logrado entre 7 y 8 diputados; de ellos, seis debían ser comunistas. Gana el duopolio, pierden las minorías.
Hay una pérdida de seis Diputados para el PC. En el Senado las cuentas no son tan alegres. El pacto postula 13 candidatos; de ellos, 10 son comunistas. Mientras el pacto logra el 4,34% de los votos, el PC llega al 3,47%.
En el ’97 el PC va en pacto con la “Alianza Popular Socialista”. Como pacto llevan a nivel de los Diputados 86 postulantes; de ellos, los comunistas llevan 65 postulantes. El alza electoral es importante como pacto (7,49%) y como partido (6,88%). El 92% de esos votos son del PC.
Con esos votos debían haber tenido 8 diputados y como pacto nueve. Nuevamente, se quedan sin nada. El crecimiento y la desilusión también se manifiestan en el Senado.
El partido llega al 8,44% de los votos; sumados los independientes llegamos al 8,64%. Nuevamente, se quedan sin representación. Con esa cifra deberían haber tenido 2 senadores. De sus nueve postulantes al Senado, seis lograron más del 6%; entre ellos, Gladys Marín alcanza el 15,67% en la Metropolitana Poniente.
En las parlamentarias del 2001 van sin pacto y llegan al 5,2% de los votos a nivel de los diputados. Presentan 80 postulantes en 55 distritos. De 6 cupos que deberían haber obtenido, no logran ninguno. Su votación senatorial es muy baja para esperar un cupo (2,6%).
En las parlamentarias el 2005 van en pacto con los humanistas. Mientras como pacto llegan al 7.4%, como partido logran el 5,14% de los votos. Nuevamente se quedan fuera del parlamento. El pacto debió tener entre 8 y 9 diputados y el PC seis representantes. A nivel senatorial el pacto logra el seis por ciento de los votos. Con esa cifra, debió (el pacto) lograr un Senador. En los hechos se quedan sin representación. El partido llegó sólo al 2,2% de los votos y ninguno de sus seis postulantes supera el 5%.
Entonces, ¿para qué seguir compitiendo en ese contexto?
En las parlamentarias del 2009 la lógica del PC cambia drásticamente al hacer un pacto por omisión con la Concertación que ya se había inaugurado en las municipales del 2008.
Agotados, derrotados y desilusionados de cinco intentos de romper la “lógica binominal”, cambian su estrategia y táctica política. Con menos postulantes y mucho menos votación que en elecciones anteriores logran un gran triunfo político-electoral instalando en el parlamento a tres diputados. En esta elección, no llevan postulantes al Senado.
Como fuerza intermedia (en torno al 5% de los votos) han entrado a uno de los bloques del duopolio. Y con ello, han logrado la clave para formar parte de la institucionalidad. Ahora, dentro de la Concertación y con sólo nueve postulantes y el 2% de los votos obtienen tres representantes. Otra paradoja de un modelo electoral agotado.
Finalmente, si consideramos los pactos de los cuales formó parte entre las parlamentarias del ’89 y del 2005, vemos que en esas cinco elecciones debieron elegir un total de 32 diputados. Sólo logran dos (en el ’89); de ese total, a lo menos, 26 deberían haber sido comunistas.
Una desilusión tremenda; derrota político-electoral y victoria moral. Eso no servía. A nivel senatorial, los hechos se ajustan a la realidad de lo que debió ocurrir en un sistema proporcional. De hecho, sólo en dos oportunidades a nivel de pacto y de partido se superó el umbral del 5%; en 1997 y en el 2005.
El éxito del “pacto por omisión” ha abierto una oportunidad. Para el PC llegar al parlamento y sumar algunas alcaldías; para la Concertación, sumar votos y retener una votación histórica que se ha ido diluyendo. Para las próximas municipales la fórmula se repite. Sin embargo, habrá que definir lo que pasará en las parlamentarias y en las presidenciales del 2013. El romance avanza.
Por ahora, hay que seguir esperando los consensos necesarios para modificar el binominal que ahoga las minorías políticas y genera las condiciones –junto a otras variables- para la profundización de la crisis de representación, participación y legitimidad que hoy se han instalado en el seno de la sociedad chilena y se expresa con mucha fuerza e intensidad en la calle a través de la movilización social.