En pocos días más conmemoraremos el segundo aniversario de la tragedia del terremoto del 27 de febrero del 2010.
No me cabe duda de que el Gobierno conservador, en un gran esfuerzo de alarde político, empleará la fecha para hacer “relucir” sus promesas y ciertas obras de reconstrucción nacional.Lo que no pueda explicar lo resolverá con anuncios de subsidios y nuevas promesas.
Lo cierto es que, desde un punto de vista mediático, evidentemente el Presidente no dejará pasar la oportunidad para “rendir un sentido homenaje” a las víctimas del 27F, destacará a quienes prestaron un valioso servicio en la tragedia; probablemente inaugure algún monolito y formule más de un anuncio “sorprendente”….
El país estará casi en cadena nacional el lunes 27 y los noticieros de televisión destinarán extensos reportajes con Ministros y Subsecretarios “en terreno”….Seguramente habrá un lema: Chile sigue de pié, o algo semejante.
En paralelo, y apelando a la natural emocionalidad popular, las autoridades del Gobierno buscarán ser “condescendientes” con el proceso judicial que se inicia en contra de un grupo de personas que habrían tenido responsabilidad en el manejo de la crisis de aquella madrugada del 27F.
No van a querer aparecer en los medios impulsando una “ofensiva” de prensa con carácter inquisitivo, pero se las rebuscarán para “lamentar” que altas autoridades del Gobierno (en una casi oblicua referencia a la ex Presidenta Bachelet) no brinden explicaciones ante el país.
Estamos ya en un año electoral. Después de las diversas ceremonias del 27F vendrán los grandes anuncios relativos al inicio del año escolar. Todos sabemos que este inicio no será fácil.
Los alcaldes Labbé y Sabat ya aportaron su grano de arena en la creación de las efervescencias pertinentes. Pero eso sólo puede ser la punta de un proceso mayor. Lo cierto es que los estudiantes no tendrán un inicio de año escolar sencillo.
El Gobierno lo sabe y entonces, lo lógico es pensar que el Presidente, luego de los eventos emocionales del 27F, se preparará para encarar con anuncios y actos gubernamentales novedosos el comienzo del año escolar. No sería rara la destinación de importantes recursos fiscales, subsidios escolares, becas extraordinarias, etc. Todo con tal de calmar la sensación existente de que el país entrará en un contexto de mayores demandas sociales y políticas.
El Gobierno cuenta con los recursos del caso, con los ahorros externos derivados de las ganancias del cobre. En consecuencia, dinero tiene para invertir en acciones públicas.
La finalidad de todo esto –podemos conjeturarlo- es que la alianza oficialista y el propio Gobierno mejoren sus indicadores en las encuestas y que sus candidatos a Alcaldes y Concejales tengan un mejor piso.
Estamos entonces ante el riesgo de un populismo conservador exacerbado. En donde lo sustancial puede quedar relegado, tal como la reforma del sistema binominal y donde lo central sea calmar al país y evitar nuevas movilizaciones mediante el viejo expediente de repartir recursos e influir con ello en la conciencia ciudadana.
La ciudadanía debe estar entonces atenta para saber distinguir lo que son sus derechos sociales fundamentales, ante los cuales cualquier autoridad tiene el deber de satisfacerlos, y lo que son los intereses y objetivos políticos de un Gobierno que tiene enormes dificultades de gestión y que en materia de políticas públicas tiene mucho que explicar, especialmente en materia de salud, vivienda, educación y reconstrucción nacional, sólo por mencionar algunos aspectos.
Saber distinguir la paja del trigo es parte de nuestra madurez democrática.