El modelo de primarias abiertas es un paso a la redemocratización de la política, y lo está implementando la Concertación para con los propios y los independientes.
Así, cualquier ciudadano o ciudadana puede ir a votar por un candidato o una candidata: se saca la elección de los postulantes de la sala de reuniones de las directivas de los partidos políticos, lo cual no es menor.
Nadie más lo está haciendo en Chile, hoy por hoy. Con esto, la Concertación se ha puesto a la cabeza de la redemocratización pendiente en el país, que los estudiantes reclamaron con todo realismo el año pasado.
La elección democrática de las y los candidatos de un partido y de la alianza de partidos es la base de una legitimidad bien ganada. Las futuras alcaldesas y alcaldes así elegidos serán una nueva camada renovadora de las prácticas políticas al interior de los conglomerados.
Para estar a la altura, los partidos de gobierno deberán realizar una gestualidad análoga.
Los partidos políticos tienen que enfrentar el cuestionamiento principal de los estudiantes y la ciudadanía: la funcionalidad y legitimidad de los propios partidos para la representación política de las distintas corrientes sociales.
Muchos políticos se apresuraron a ofrecer representación de las demandas estudiantiles, sin hacerse cargo que los estudiantes han cuestionado al conjunto de la clase política.
La izquierda universitaria está reclamando una nueva política. La política actual no ha dado cuenta del tránsito de una economía industrial a una tecnológica, del impacto específico de la globalización y la concentración de las decisiones financieras, a la par con el aumento de la pobreza, las desigualdades y los conflictos. Todo esto se refleja en la universidad y sus dirigentes tienen plena conciencia de ello.
Por ello, las críticas son al modelo neoliberal, la constitución pinochetista y la extendida privatización –con sesgo ideológico empresarial- de los servicios públicos emblemáticos como la educación, la salud y la previsión.
La política es la mediación entre la infraestructura y la superestructura, sostiene la tradición marxista; el político es el que une las expectativas individuales con el marco común.
Pero la política también legitima el proyecto hegemónico en la organización social y, las y los estudiantes respondieron a esto: el proyecto hegemónico del orden pos-pinochetista está resquebrajado en la base social.
En el Chile actual se cuestiona el modelo económico, el régimen político, la desigualdad social y la discriminación cultural.
En un país donde su rasgo principal es la híper concentración del poder en pocas personas, la respuesta ha sido un descontento callejero que no se mostraba desde hace décadas.
El propio Presidente es dueño de una singular concentración de poder político y económico, pero encuentra entre los propios, grandes resistencias para implementar cambios con alto consenso ciudadano y parlamentario.
El conglomerado oficialista parece superado por demandas no consideradas, por la debilidad de su propia agenda y la incapacidad política de varios ministros.
Por ello, lo que está haciendo la Concertación es relevante para la vida democrática del país: abrir el conglomerado a la participación de otras y otros, compartir los riesgos y responsabilidades de los resultados y, sobre todo, recrear un nuevo espíritu para volver a crecer.
Se están sentando las bases de legitimidad de sus candidatas y candidatos, mediante una convocatoria amplia, que ensancha la participación y renueva democráticamente las y los líderes locales que enfrentarán a la derecha.
Ojalá este nuevo espíritu llegue para quedarse. Al final siempre se trata de más democracia.