08 feb 2012

¿Un candidato menor de 50 años?

Genaro Arriagada, ex ministro del Presidente Frei, sostuvo (El Mercurio, 28 de enero) que su partido, la DC, debe proclamar un precandidato presidencial propio para competir en las primarias de la Concertación, y argumentó respecto de los beneficios que ve en ello: “Si la DC no lleva un precandidato presidencial a las primarias se desperfila, pierde fuerza, y también en las parlamentarias. Mi convicción es que debemos tener un precandidato presidencial sí ó sí. Los que piensan que nuestra única función en la presidencial es ir a Pudahuel a esperar que Bachelet baje del avión, están muy equivocados”.

Se trata de una opinión que busca influir en el debate interno de la DC acerca de cómo proceder frente a la elección presidencial del próximo año.

Arriagada reconoció que Bachelet es “una candidata formidable”, pero señaló que la política supone competir, y que en el caso de que ella gane las primarias, los democratacristianos la apoyarán lealmente, tal como Lagos apoyó a Frei.

No se pronunció a favor de ningún postulante, pero hizo una descripción indirecta: “No tengo nombre, pero sí algunos rasgos de perfil del candidato. Lo primero es que sea joven, y por ello entiendo de menos de 50 años”.

Si reparamos en los democratacristianos que hoy son mencionados como presidenciables, sólo se salvan un alcalde que tiene 45 y una senadora que tiene 43. En lugar de crear una categoría artificial, sería más claro apoyar a un candidato con nombre y apellido.

Salvo la edad, no agregó ningún otro rasgo sobre el perfil del candidato, lo que es extraño en un contexto en el que ha sido tan intensa la discusión sobre los atributos que debe reunir el Jefe de Estado.

Para avalar la propuesta sub-50, aludió al hecho de que, debido a la inscripción automática, se incorporarán más de 4 millones de electores jóvenes, menores de 40 años: “Es a ellos” –afirmó-, a quienes tenemos que convocar. No los vamos a entusiasmar con candidatos que bordeen los setenta años o más”.

Tiene razón Arriagada al abogar por la renovación generacional de los liderazgos. Es cierto que numerosos dirigentes destacados de la transición se han demorado en salir del primer plano, y que hace falta que aparezcan nuevas figuras, pero lo lógico es partir por la elección municipal y seguir luego con la parlamentaria.

Sobre la Presidencia de la República se supone que debemos hacer consideraciones especiales. Es el cargo de mayor responsabilidad en nuestro orden institucional, y no se divisa ninguna razón para poner el requisito de ser menor de 50 años, como si ello garantizara algo.

Si se hubiera aplicado el límite de edad propuesto por Arriagada, Patricio Aylwin no habría podido ser candidato a Presidente (tenía 71 años cuando postuló), ni tampoco Eduardo Frei (tenía 51), ni Ricardo Lagos (tenía 61), ni Michelle Bachelet (tenía 54).

La edad, como sabemos, es un dato de valor relativo. Hay jóvenes de todo tipo, y viejos también. La juventud no es una cualidad “moral”, del mismo modo que la edad madura no es sinónimo de equilibrio ni sabiduría. Es preferible entonces no generalizar y darse, en cambio, el trabajo de juzgar caso a caso.

No es cierto que los jóvenes, por la sola circunstancia de serlo, sean la encarnación de la pureza, el idealismo y el desinterés. Tampoco la gente mayor.

En el caso de la política, algunos jóvenes diputados han aprendido rápido los trucos de los viejos caciques, y se desviven por transformarse en senadores lo antes posible.

En la pasada elección presidencial, hubo un candidato menor de 40 años, audaz y desinhibido, que se prepara para postular de nuevo. ¿Se deriva algo significativo de su aventura personal?

En la política, como en cualquier ámbito, es beneficiosa la mixtura entre jóvenes y viejos, entre la energía y la experiencia.

Así ocurre en los negocios, las artes, la docencia universitaria, el sistema de administración de justicia, los medios de comunicación, etc. No tendría por qué ser de otro modo en la conducción del Estado.

Arriagada insiste en un argumento dado en otras ocasiones acerca de lo inconveniente que sería la reelección de los mandatarios en Chile. Dice haber pensado así respecto de Lagos y de Frei, y que mantiene tal criterio sobre Bachelet.

¿Reelección en Chile? En sentido estricto, no está contemplada en la Constitución.

Reelección presidencial hay en EEUU, en Francia, en Brasil, en Argentina, etc., pero acá no. Otra cosa es que los ex mandatarios tengan derecho a competir después de que haya transcurrido un período presidencial. ¿Por qué negar tal posibilidad? Finalmente, serán los electores los que les renovarán o no la confianza.

Hay un asunto esencial que, desgraciadamente, queda oculto en esta discusión.

Se trata de las cualidades que debería reunir el Presidente. Es improbable que alguien las cumpla plenamente, pero es deseable que las principales no falten: honestidad a toda prueba, sentido nacional, capacidad de diálogo, firmeza para ejercer la autoridad en cualquier circunstancia, voluntad de unir al país ante las grandes tareas, etc.

¿Hace falta que el Jefe de Estado intervenga en todo? No, por supuesto, pero sí que vele por el rumbo general de la nación, que tenga una mirada de largo plazo sobre las posibilidades de progreso.

Probablemente, seguiremos teniendo un régimen presidencial en Chile, y no semipresidencial o semiparlamentario. Nos guste o no, las tradiciones también cuentan en la política.

Así las cosas, debemos ser muy exigentes respecto de las condiciones de quienes aspiran a la Presidencia.

Ante todo, tiene que ser una persona moralmente confiable, criteriosa, que trascienda el partidismo y defienda eficazmente el interés colectivo.

Este es un espacio de libertad, por lo que solicitamos que no lo desaproveches. Contamos con que las opiniones se remitan al contenido de las columnas y no a insultos, ataques personales, comentarios discriminatorios o spam.

Por lo mismo y buscando el buen funcionamiento de este canal de expresión, requerimos de un registro previo utilizando Twitter, Facebook, Gmail o Disqus.

Si tienes problemas para registrarte, haz click acá.

  • Enrique Norambuena

    Una vez más querido Sergio: medio a medio en el blanco.

    Afectuosamente

    Enrique Norambuena

  • Enrique Norambuena

    Estimado Sergio, una vez más: medio a medio en el blanco. Gracias por ello.

  • Enrique Norambuena

    Una vez más querido Sergio: medio a medio en el blanco.

    Afectuosamente

    Enrique Norambuena

  • Enrique Norambuena

    Estimado Sergio, una vez más: medio a medio en el blanco. Gracias por ello.