En la encuesta del CEP correspondiente a julio de 2011, los partidarios de cambiar el sistema binominal llegaban a 45% y los partidarios de mantenerlo a 38%. La encuesta de noviembre-diciembre modificó radicalmente el panorama: 60% de los consultados se inclinó por cambiarlo y 17% por mantenerlo.
Un efecto de este amplio sentir ciudadano fue la carta que 63 parlamentarios opositores entregaron al gobierno pidiendo que este envíe un proyecto que reemplace el sistema binominal por uno proporcional y configure un nuevo mapa de distritos y circunscripciones, lo que implica que los firmantes están dispuestos a poner en juego sus propios escaños. Bien por los diputados de la oposición.
En este contexto, los jefes de la UDI y sus ministros han reafirmado en estos días su porfiada oposición al cambio. Por ejemplo, el ministro Larroulet dijo el lunes 9 en una radioemisora: “Estamos abiertos a modificar el sistema binominal, sin modificar sus características centrales que han permitido darle gobernabilidad al país”.
Vale decir, cambiar sin cambiar. Gato por liebre.
Y Juan Antonio Coloma, presidente de la UDI, declaró el martes 10 que este gobierno ya hizo la principal reforma política, la inscripción automática y el voto voluntario, lo que en buenas cuentas significa decirles a los 4,7 millones de nuevos electores que no se ilusionen con que su voto influirá en los resultados de la elección de diputados y senadores, puesto que el binominal determina anticipadamente que debe producirse un empate.
El cálculo de Coloma y su gente es que con un tercio de los votos, la derecha se asegura la mitad del Congreso.
En el afán de defender un sistema del que fueron progenitores directos en las “comisiones legislativas” de la Junta Militar, algunas figuras de la UDI entregan argumentos risibles.
Fue el caso de Hernán Büchi, ex ministro de Pinochet, que afirmó en El Mercurio (8 de enero) que nadie pone en duda que en EE.UU. hay democracia aunque allí se aplica un sistema uninominal (elección de un solo cargo en cada lugar), y dio a entender que elegir dos es mejor que elegir uno. Falacia completa.
El uninominal implica que la mayoría obtiene el único cargo en disputa, y eso es democrático. O sea, se puede comparar con nuestra elección de alcaldes. Si aplicáramos el uninominal en la elección de diputados, en el distrito Ñuñoa/Providencia el único cargo quedaría en manos de la derecha, en tanto que en Independencia/Recoleta, en manos de la centroizquierda.
El problema del binominal, hay que decirlo mil veces, es que distorsiona la voluntad de los ciudadanos al no establecer una correspondencia entre la votación y la representación.
Una fuerza que obtiene 65% de los votos elige un parlamentario y una fuerza que obtiene 35%, elige el otro. En definitiva, una estafa.
Supongamos que la primera fuerza obtiene 35%, la segunda 30% y la tercera 25%: quiere decir que esa tercera fuerza nunca entrará al Parlamento. Por eso, el PC sólo pudo conseguir representación en la Cámara cuando hizo un pacto con la Concertación.
Los jefes de la UDI aprendieron a “hacer política” durante la dictadura y creen que, como la reforma demanda una súper mayoría (un candado constitucional que también inventaron ellos), basta con que sus parlamentarios se opongan para que las cosas sigan como están. Pero se equivocan si creen que todo esto es gratis.
Deberían prepararse para pagar un alto costo político por su actitud mezquinamente partidista de bloquear un cambio que es indispensable para que no se deslegitime el Congreso Nacional.
¿Va a aceptar RN que la UDI, una vez más, se salga con la suya? Es mucho lo que está en juego. Este es el momento en que Piñera debe mostrar real capacidad de liderazgo respecto de un asunto en el que se juega el futuro de la democracia. Si se atreve a cruzar el río, la mayoría del país lo valorará.
Constituiría una insensatez elegir diputados y senadores con el mismo sistema en noviembre del próximo año. Sería profundamente corrosivo para la institucionalidad.
¿Se han puesto los líderes de la derecha en la situación de que, por mantener el binominal, se creen las condiciones para que determinados grupos llamen a boicotear la elección parlamentaria?
Bastaría con que se extendiera la idea de que el sistema electoral está viciado para que prendiera a través del país la consigna de anular el voto o abstenerse, y esto último no costaría mucho puesto que el voto será voluntario.
No está dicha la última palabra. Hay que crear un clamor nacional a favor de la reforma electoral. Ello exige que la Concertación presente en los próximos días una alternativa clara y viable de sistema proporcional, que sea comprensible para toda la población.
Hay que movilizar a la mayoría de los chilenos para sacar adelante esta reforma que es imprescindible para perfeccionar la democracia. Deben pronunciarse todos los sectores.
Lo deseable es que surjan múltiples iniciativas en cada región a favor de un sistema electoral proporcional: actos culturales, campaña de firmas, mensajes a La Moneda, etc.
Hay que meter al país entero en esta batalla.