Una de las incógnitas que más lejos están de ser desentrañadas en este Chile actual es la significación del partido comunista criollo.
¿Qué significa hoy día ser comunista en Chile?
¿Qué ideas hay que defender para considerarse un militante de ese partido?
¿Cómo hay que pensar el futuro de Chile? ¿Cómo hay que pensar la historia y especialmente la historia propia?
¿Cuál es finalmente la respuesta que los comunistas chilenos dan sobre la hecatombe de los socialismos reales?
¿Cómo se pasa de una situación en la que una de las posturas políticas que definían al partido se expresaba con la célebre frase de Luis Corvalán “somos sovietinchas”, a la situación actual en que la Unión Soviética ha desaparecido y los países que la formaban se han vuelto todos capitalistas?
¿Qué queda en pie del comunismo después de la destrucción del muro de Berlín?¿Cuál es la línea de coherencia entre los diferentes posicionamientos de este partido con respecto a Chile, que van desde la “vía pacífica” durante la UP, la “vía armada” en los últimos años de Pinochet y la situación actual de búsqueda de una política de alianzas con la Concertación?
Pregunto estas cosas, porque creo que una de las situaciones curiosas que caracterizan a la política nacional es la falta de exigencias analíticas y teóricas que se le hacen a los partidos que hoy día se disputan el poder en Chile.
En este terreno, las volteretas pasan “piola” y a nadie le preocupa mayormente pedir razones, porque se actúa como si en el debate político nunca estuvieran verdaderamente en juego las ideas.
La política aparece como un muñequeo en el que las relaciones de poder son lo único determinante. Nadie pide cuentas y la táctica de echarle tierra a los errores del pasado domina en todos lados. Pareciera haber un pacto mutuo entre las diferentes tendencias, algo así como “si no me molestas mucho, te dejo vivir tranquilo con tus “yayitas” propias”.
Por ejemplo: la derecha no ha dicho una sola palabra de verdadera autocrítica sobre los crímenes que silenció bajo la dictadura. A pesar de ello, reclama que se le reconozcan virtudes democráticas.
Por su parte, los militares no han dicho mucho sobre los horrores que cometieron y tampoco da la sensación de que tengan mucha voluntad de colaborar con la justicia en su aclaración y, sin embargo, reclaman ser reconocidos como leales al Estado de Derecho.
La Concertación ha vivido su crisis sin asomo de un análisis objetivo, desinflándose a la vista de todo el mundo sin una palabra de autocrítica, e intenta ser reconocida únicamente como continuidad de sus logros.
¡Para qué seguir con los ejemplos! Por tanto, en este cuadro, los comunistas tampoco se han hecho cargo de los terremotos históricos que han vivido y han logrado ser incluidos en el cuadro político como si poco o nada hubiera pasado.
Sólo que de repente sale a la luz un hecho significativo que pone en evidencia las contradicciones internas que no han tenido hasta ahora respuesta.
Por ejemplo: ¿Qué analista político puede explicarnos hoy día qué tiene que ver Camila Vallejo con Guillermo Tellier? ¿Piensan los dos lo mismo sobre lo mismo?¿Son políticamente equivalentes?
Durante las manifestaciones estudiantiles se publicó una foto en que aparecen juntos sonriendo, tomada indudablemente con fines propagandísticos, y la verdad es que me devané inútilmente los sesos tratando de comprender los lazos que los unen, sin llegar a obtener una respuesta que me dejara satisfecho.
Hace poco se produjo otro hecho interesante: me refiero a las condolencias enviadas por Tellier con motivo del fallecimiento del líder coreano Kim Jong-il.
La condición de líder de un “partido hermano” del fallecido motivó sin duda la misiva y las vaguedades con las que se pretendió explicar el mensaje no han convencido a nadie. Tampoco a buena parte de la militancia.
Se evidencia a través de estas explicaciones una nebulosa en los principios que deja flotante el significado que pueda tener hoy día la militancia en este partido.
Es obvio que la actual dirección del partido comunista no tiene una posición de claro repudio al régimen coreano y no se desmarca cien por ciento de sus políticas, aunque tampoco se explica claramente cuáles serían estos lazos que los obligan a enviar este tipo de condolencias.
Tampoco se aclara cual es en definitiva la verdadera relación de amistad entre comunistas chilenos y coreanos y hasta dónde llega. Hay por lo tanto aquí una incoherencia manifiesta que debería ser explicada.
Y lo interesante es que quién ha exigido con mayor fuerza esta coherencia es la propia Camila Vallejo, declarando públicamente que la carta le chocaba, que merecía una autocrítica y que según su parecer era un error. Dos discursos completamente antagónicos.
Vuelvo entonces a la foto. ¿Qué está haciendo Camila Vallejo y otros jóvenes del movimiento estudiantil que se declaran comunistas al lado de personajes como Tellier, Gajardo o Martínez?
¿Qué tiene en realidad que ver el movimiento estudiantil con el partido comunista de “los viejos”?
¿Por qué los líderes estudiantiles que postularon como comunistas perdieron las últimas elecciones?
¿No será a causa de estas confusas amalgamas? ¿Qué están buscando en realidad unos y otros y sobre la base de qué ideas?
¿A qué se le está llamando “comunista” en el movimiento estudiantil y qué tiene que ver eso con el Partido Comunista?
No encuentro respuesta, pero tampoco sé explicarme muy bien qué significa hoy día ser comunista en Chile. Si alguien lo sabe, que lo explique. Pero, por favor, que no sea con las añejas consignas del pasado.