Que hay una brutal desafección de la ciudadanía con todo lo que siquiera huela a política representada por las coaliciones oficiales creo que no tiene discusión posible.
La lejanía entre el mundo político y las personas es enorme y muchas de sus causas son razonables y verdaderas. Difícil sentirse representado por quienes han construido una burbuja, se mueven en un mundo aparte y no se juegan por lo que en verdad la gente siente como sus problemas.
Ya no basta con propuestas menores como más feriados, postergar pagos de patentes u otras fórmulas menores para encontrar aliviar la situación de la gente.
Farmacias, buses, tarjetas de tiendas, intereses usureros, pollos por nombrar sólo los casos ya públicos, muestran una descomposición de la convivencia y cohesión social que va mas allá de logros o defectos de nuestro modelo económico. La economía funciona en sus grandes variables, pero no funciona en el día a día de cada uno de nosotros.
Resulta insoportable para el país, el que un 10% pueda vivir como alemanes y que el otro 90 % deba vivir como si habitara en África. Y eso porque los primeros no tienen características distintas a la mayoría, simplemente por fortuna o herencia han conseguido trabajo en sectores privilegiados, su productividad no es mayor que el resto y su dedicación tampoco.
Los políticos son los grandes perjudicados, las personas los hacen parte de esa minoría llena de privilegios, ve como la transacción los lleva a aprobar siempre proyectos incompletos que no van a solucionar los problemas sino que apenas son un paliativo temporal, porque los poderosos ya se ingeniarán rápidamente como evitar el desmedro menor que se les infiere.
Sólo un ejemplo: ¿Por qué aprobar una tasa de interés para los créditos con aval del estado de UF+2% si hasta los economistas de derecha encontraban posible UF+0?
Ciertamente se bajó la escandalosa tasa del 6%, pero el 90% de los estudiantes dada la rentabilidad de sus carreras y su situación familiar requiere una tasa menor.
En dos años más estaremos viendo un nuevo proyecto para que ahora sí se haga lo que siempre se debió hacer.
Avanzando de a poquito, también nos vamos muriendo de a poquito: ¡Qué chileno proceso!
Todo esto le hace muy mal a la democracia y resulta un fértil terreno para quienes quieren imponer una visión destinada a convencernos que es mejor el enfrentamiento y la violencia.
La hora de la política exige definitivamente, que los políticos de los sectores no oficialistas recuperen su opción privilegiada por los pobres, se pongan del lado de las mayorías, exijan soluciones a los problemas reales y dejen de creer que la venta de caramelos es la esencia de su actividad.