El debate al interior de Renovación Nacional ha ido subiendo en intensidad. Hay quienes creen que sólo se trata de una querella interna que dice relación con cupos de poder, internos y de nominación de candidatos municipales.
Otros lo asocian a una conflictiva relación entre su presidente, el senador Carlos Larraín, con el presidente de la República. Finalmente, la senadora Lilly Pérez ha planteado que se trata de una pugna entre liberales y conservadores.
Ambas familias siempre habían existido en el partido, pero ahora, a juicio de la senadora, la actual directiva ha roto las más elementales normas de la convivencia en una asociación pluralista. De ser cierto lo anterior, se trata de un debate central para el actual proceso político chileno si y sólo si involucra dos grandes debates: reformas políticas y reformas sociales. Pero esto no es claro. Veamos por qué.
El debate dentro de Renovación Nacional es de la mayor importancia para el sistema político chileno siempre y cuando diga relación con las necesidades sociales y demandas políticas del momento actual.
Al respecto es bueno recordar que la pugna liberal-conservadora se dio durante un siglo y medio en Chile, sin que cambiara en nada la estructura socioeconómica del país. Esta es la cuestión.
Hasta 1965 hubo dos partidos políticos en la derecha. Liberales y conservadores debatieron, a veces incluso llegando a las armas, acerca de la separación de la Iglesia Católica del Estado chileno o del régimen político presidencial y centralista.
Sus enfrentamientos respecto de la ley de matrimonio civil, cementerios laicos o igualación de derechos de los nacidos dentro y fuera del matrimonio son recordados.
También sus conflictos político-institucionales, en torno a reformas que atemperaran el presidencialismo y centralismo del régimen político, son parte de la historia de Chile.
Sin embargo, ni a unos ni a otros, se les ocurrió jamás cuestionar las más flagrantes injusticias sociales del régimen capitalista. Incluso, unos y otros, cuando gobernaron en el siglo XIX tendieron a ser autoritarios. No dudaron tampoco en apoyar el Golpe de Estado en 1973, cuando el capitalismo y la democracia liberal estaban seriamente cuestionados por el proceso de democratización social.
¿Un liberal puede ser un conservador? Puede parecer confuso, pero no lo es si distinguimos los planos.
El liberalismo es una filosofía política que afirma los derechos individuales y que plantea que el Estado sea neutro en materias morales. Los conservadores tienden a concentrarse en los deberes para con la comunidad y no dudan en utilizar el Estado para lograr el orden social.
Así un liberal puede ser más amigo de la emancipación cultural y un conservador del orden social. Sus batallas son fieras y centrales para el futuro de la democracia. Sin embargo, hay un segundo concepto de conservador que puede hermanar a estos adversarios.
Conservador es el que se opone al cambio social. En este caso, un liberal de derecha, en una sociedad capitalista, puede ser un profundo conservador. Como un conservador católico puede ser un revolucionario en una sociedad comunista y atea.
¿De qué tipo de conservadores y liberales estamos hablando en el caso de Renovación Nacional? La verdad es que no queda claro; sobre todo cuando leemos los planteamientos tributarios de los “liberales”.
Sin embargo, escuchar a la senadora Lily Pérez ayuda a abrigar esperanzas democratizadoras. Esta ha planteado sus dudas sobre su permanencia en RN.
Ella se queja que “ante el acuerdo de vida en pareja, la ley contra la discriminación, la modificación al binominal, temas que hicieron al Presidente ganar la elección, se ve una resistencia en la directiva que no es coincidente con la militancia”.
Luego ha señalado que la resistencia a su propuesta de poner fin al lucro en la educación universitaria demostraría que la hegemónica ala conservadora de su partido no respeta las diferencias en su seno.
En el programa televisivo Estado Nacional además agregó, con mucha indignación, la liviandad con la cual se habría actuado en lo relativo al homenaje a Miguel Krassnoff, un violador de derechos humanos que sólo amerita una completa y total condena.
Requerida si se ella era partidaria de la reforma tributaria, la apoyó plenamente e incluso se atrevió a aventurar que la tasas de impuestos a las empresas debía elevarse hasta 24 puntos (está en 17 en forma permanente). Como se ve, la senadora plantea demandas sociales y políticas hondamente sentidas.
Ojalá que la senadora Lily Pérez sea representativa de una derecha que no teme abrirse a una democracia más plena, a una sociedad más inclusiva y a una economía más igualitaria.
Esperamos que ella no ceje y que su ejemplo cunda.