La educación es un proceso neuro-psico-socio-cultural que el ser humano construye inducido por elementos del medio en que vive y que se refiere a su adaptación en forma armónica respetuosa, útil, alegre y plena a la vida. La educación siempre sucede.
Don Vicente Cau-Cau fue criado por cabras en la Cordillera de Nahuelbuta y andaba en cuatro patas.Tenía una educación caprina. Una niña criada en un gallinero tenía educación gallinácea.
Para abreviar contrastemos. Cuando se pide educación de calidad, igualitaria para todos ¿se está pidiendo que deba existir la posibilidad de educación caprina o gallinácea para todo Chile? Sin precisar, no pueden elaborarse programas en la majamama indefinida y confusa que hay en educación. Solo se favorecerá a los que tienen el poder y que no quieren cambio.
Toda educación implica la inducción de autonomía intelectual, moral o, estética y espiritual. La autonomía intelectual comprende las herramientas para formarse una visión fundamentada y crítica de mundo, para distinguir opiniones (doxa o dogma), opiniones con fundamentos y demostraciones universales (episteme). Se adquiere esta autonomía con la capacidad de demostración, el método científico y la reflexión crítica.
La autonomía moral implica la formación de una valoración fundamentada y crítica de mundo; ser capaz de discernir las creencias y jerarquías valóricas (ideologías) propias y ajenas desde donde toda decisión es tomada; implica también poder analizar los contextos éticos del ejercicio laboral y de las empresas donde se realiza; es la única forma de instalar diálogos constructivos.
La autonomía estética implica la sensibilidad de la belleza y los cánones estéticos críticos para discernir las perspectivas distintas en la convivencia.
La autonomía espiritual integra estas autonomías y desarrolla el respeto a las personas y sus perspectivas, haciendo posible la convivencia armónica.
En Chile estamos lejos de esa educación. Los que nos educamos entre los 50 y los 80 pudimos adquirir gran parte de nuestra autonomía con los inductores de esos tiempos. Esa era la perspectiva de las Escuelas Normales (laicas o católicas) y de la Universidad de Chile.
Las clases de Instrucción Cívica tenían mucho de esto. En matemática y geometría aprendíamos a demostrar las tesis (no demostraciones de memoria como ahora), en la universidad hacíamos unidades de investigación para aprender el método científico; incluso llegábamos a publicar en buenas revistas.
Se aprendían los códigos de ética profesionales y técnicos, se pertenecía a Colegios Profesionales, mucho de ética y estética se enseñaba por el currículo oculto o implícito.
Para la ideología neoliberal la educación es un bien de consumo (mercancía) transable en el mercado para formar técnicos y profesionales que sustenten a las empresas.
En Chile entonces la educación es una fábrica de trabajadores con (técnica-profesional) y sin (desde parvularia a media) título para optimizar el lucro de las empresas de la oligarquía. En realidad esto no es educación sino enseñanza, instrucción o capacitación artesanal, técnica o profesional.
Entre ambas no hay término medio. La educación en la autonomía también forma trabajadores, profesionales y técnicos que son distintos a los formados en las usinas mercantiles neoliberales (mal llamadas universidades).
Ambos tendrán conocimientos, habilidades, destrezas competencias para ejercer sus oficios, pero los educados en autonomía tendrán además la visión crítica intelectual, ética y estética del desempeño de sus oficios y de las condiciones de su trabajo.
El médico universitario (autónomo) tendrá dominio de actitud y método científico para disputarle al propagandista médico las evidencias que presenta sobre el medicamento; tendrá los criterios éticos para examinar el ejercicio de su profesión y de la empresa para la que trabaja.
El médico técnico-profesional puede tener esta autonomía por iniciativa propia. En realidad, insistamos, los títulos profesionales no son lo específico universitario sino los grados académicos que dan autonomía mental.
Para el neoliberalismo la formación integral y autónoma es innecesaria, peligrosa y sin rédito monetario, por la que no debe invertirse.
Por motivos políticos y de poder, el Gobierno Militar, la Derecha Económica y Política atacaron la posibilidad de esta educación, en Chile; se la consideró un peligro para el régimen capitalista neoliberal, sobre todo en su crítica ética.
Se suprimió la educación normalista, la enseñanza de las demostraciones geométricas, la instrucción cívica en los liceos, se disminuyó o eliminó la filosofía, por ley se transformó a las Universidades en meros institutos profesionales o técnicos, se quitó el presupuesto de investigación científica, filosófica o creación artística de las universidades del Estado, a las que se obligó a financiarse desde el privado (destrucción de su autonomía).
Como si fuera poco, eliminó por Constitución y por ley toda ética de oficio o profesión suprimiendo la tuición ética de los Colegios profesionales.
Chile debe pronunciarse por la Educación y Ética que quiere, en un Plebiscito, ya que el Gobierno Militar impuso fascistamente la instrucción amaestradora sin ética, la Concertación la profundizó y la Alianza anuncia cosas peores.