El sistema democrático es estructuralmente el único sistema político que permite a quienes no creen en él, ser elegidos si obtienen los votos suficientes de los electores, de ahí su fragilidad, pero también su grandeza y su capacidad de resguardar la libertad de las personas como ningún otro sistema puede hacerlo.
Por ello la mantención y la protección de la democracia tiene su valor decisivo no en el monopolio de la fuerza por el Estado, cosa común a otros sistemas políticos sino en el respeto de las reglas de procedimientos que aseguren la libertad y la igualdad y sobre todo en la voluntad democrática de los ciudadanos y de las autoridades para asegurar en su accionar los valores que animan el proceder democrático, entre los cuales, el respeto de los derechos humanos que constituye un valor constitutivo de la democracia moderna.
Resulta entonces grave el acto que el alcalde de Providencia organizó para rendir homenaje a un delincuente de crímenes de sangre condenado por la justicia, un connotado violador de los derechos humanos en nuestro país.
Aun cuando es sabido que dicho alcalde carece de convicciones democráticas, su acción constituye una provocación antidemocrática grave e inadmisible.
Difícil es pedirle a un no demócrata que actúe democráticamente, pero sí es indispensable que lo haga el gobierno, las instituciones políticas y los partidos políticos.
Grave es que una funcionaria de la Moneda, mandara la tarjetita de excusas que conocemos, y bueno, que la echaran al menos por desatinada.
Grave es que los presidentes de la UDI de RN hasta este momento finjan demencia.
Afortunadamente el gobierno después de una primera reacción tibia terminó con una condena fuerte pero sin nombres.
Estas demoras, y estos silencios, señalan las dificultades de las fuerzas que nos gobiernan para reaccionar con reflejos democráticos frente a estos hechos.
Las diferencias políticas también profundas en un sistema democrático, requieren de un ethos mínimo compartido, un campo de valores en el cual todos deben condenar sin ambages la violación de los derechos humanos y en consecuencia su apología.
Ojalá actos como estos terminen por desaparecer, cuando ello suceda Chile será mejor.