Una de las virtudes del movimiento estudiantil ha sido demostrar al país que felizmente hay una generación que hoy está dispuesta a ser actor importante en el proceso político de Chile del siglo XXI.
Su decisión de jugársela por un cambio estructural en la educación que permita profundizar lo hecho y darle otra orientación al sistema fue algo que identificó a las familias chilenas y logró movilizarlas en forma entusiasta detrás de ese noble y gran objetivo.
Ha sido alentador ver nuevamente a actores sociales que en forma entusiasta se han entregado por completo a sus ideas y han desarrollado un planteamiento serio que al margen de coincidir o no con todo lo formulado, representan un anhelo de gran parte del país en lo que son las ideas centrales que deben inspirar la educación en Chile.
Hemos visto un movimiento maduro y que ha sabido en lo general estar a la altura de las exigencias de un proceso de la importancia que este tiene.
Ha sido mucho más consistentes que un gobierno que ha dado en estos seis meses señales de improvisación y absoluta orfandad de ideas claras respecto a lo que pretende desarrollar como políticas gubernamentales.
Por eso mismo preocupan las declaraciones que ha formulado la presidenta de la Fech al incorporar en sus dichos algunos elementos que hasta el momento no se habían visto en el discurso de ese movimiento.
El rechazo a los acuerdos en el congreso de por si es preocupante ya que en toda democracia ese es el lugar para conseguir los encuentros y las definiciones políticas.
Proponerse como objetivo impedir ese nivel de entendimiento es algo que no creo pueda ser compartido por la inmensa mayoría de las familias que han apoyado este movimiento.
Es cierto que hoy el parlamento no es todo lo representativo que se quisiera, al ser elegido a través de un sistema que distorsiona la soberanía popular, pero esa realidad es algo que forma parte del escenario conocido por todos y, por lo tanto, lo que debería hacer el movimiento estudiantil es buscar aliados que puedan considerar sus planteamientos en el seno del congreso nacional y no entrar en un proceso de descalificación general que en nada contribuye a encontrar fórmulas de solución al conflicto hoy existente.
Hay que agregar el elemento político a través de un acercamiento con los actores políticos que han demostrado tener un mayor grado de coincidencias con sus planteamientos.
Eso es algo perfectamente posible si se tiene la capacidad de entender con sabiduría y sin actitudes sectarias ni dogmáticas que en esta tarea se requiere el aporte de todos y que juzgar por igual a los actores políticos de derecha y oposición es tan irracional como la actitud del gobierno cuando pretende criminalizar el movimiento social y sus acciones.
Llegó la hora de la política, la que también debe actuar con realismo y profundo sentido de compromiso con lo que han sido los planteamientos hechos por la ciudadanía.
Hay que avanzar con decisión y coraje en encontrar los puntos de encuentro que nos permitan iniciar el camino de un cambio de verdad en toda la educación chilena y no tan sólo en la superior.
Sin cambios en la educación pre escolar, básica y media, lo que se haga en la enseñanza superior no tendrá ningún valor real.
La discusión del presupuesto es un buen momento para iniciar ese dialogo pero ese será solo el inicio del camino, hay que seguir profundizándolo y en forma gradual alcanzar los acuerdos que nos permitan en el menor tiempo posible consolidar esos cambios.
Para ello es fundamental tener claro los roles y la labor de cada cual en este proceso en que todos se necesitan unos a otros.
Es labor del movimiento social seguir movilizándose y ejercer la presión suficiente para avanzar en los objetivos propuestos y los partidos políticos tienen la obligación de saber interpretar ese sentimiento y transformarlo en acuerdos reales en el congreso.
En ese plano debemos entender que la democracia se construye con acuerdos reales y sin imposiciones de nadie. Ningún actor tiene derecho a pretender imponer la totalidad de sus objetivos y en forma especial el gobierno no tiene el derecho a ignorar el sentimiento de la gente, si es que no quiere transformares en un gobierno ilegítimo en su ejercicio.
En ese sentido no es un aporte la actitud de la presidenta de la Fech al decir que buscará “instrumentalizar a los partidos para que actúen en función de lo que demandamos “.
Aquí nadie puede instrumentalizar a nadie, ese no es el camino.
Tampoco el camino está en continuar descalificando a los partidos de la Concertación y su actuar más allá de los juicios que uno tenga por alguna de sus acciones.
Esa “casta” como lo dice la dirigente estudiantil es la que se entregó por entero y con gran idealismo en la mayor y más valiente lucha que la política chilena ha conocido y que permite que ella y miles de chilenos hoy día marchen por las calles de Chile luchando por sus ideas.
Chile necesita de todos y entre todos se debe tratar de buscar los acuerdos. Esa es una verdadera actitud democrática.